lunes, 25 de mayo de 2020

Fortificaciones españolas, adaptadas al ámbito local, en la cuenca argentina del Río de la Plata: 1500 - 1580

 Autor: Ing. Manuel Vila García

España, ya acreditaba un notorio conocimiento de las teorías de fortificación, cuando, cumplida la llegada de Colón a tierra americana, debió proceder a la fundación de asientos, villas y ciudades. Durante el siglo XVI se iban a publicar varios tratados de Fortificación, en la península, que culminarían con el de Cristóbal de Rojas en 1598; pero la colonización americana, presentaba alternativas diferentes, y debían buscarse por consiguiente, soluciones diferentes. Las fortificaciones se habían pensado para luchar con un par, pero el indígena era distinto, en armas, hábitat, decisión en combate, y comportamiento.

Condicionamientos geográficos y físicos

En oposición a los relieves de España y de la costa del Pacífico, con perfiles montañosos, salvo las áreas cordilleranas o precordilleranas, el relieve argentino es plano, y la cuenca del Plata, lo es casi en su totalidad.

Este relieve, deja afuera, la elección de lugares altos, para fundar y proteger villas, con su dominio correspondiente del entorno, característica casi general de los pueblos peninsulares, o de los fundados en otros sectores de la propia América.

Esa equivalencia altimétrica, expone mucho más, las construcciones, a los ataques y asedios; amplía el ángulo de asedio a los 360º, y debilita como consecuencia, las acciones de defensa, por la amplitud de frentes a defender.

Asimismo, los ríos y arroyos de llanura, tienen cauces cambiantes, (los llamados meandros, para acumular caudal intermedio) que limitan la posibilidad de usarlos como “foso alternativo”, pero que al mismo tiempo, por tener cauces poco profundos, y tener grandes crecidas en períodos de lluvias, provocan inundaciones en los sectores encerrados, y fuera de ellos.

Esta particularidad, también genera la existencia de lagunas, con profusión de vectores de enfermedades, y prevalencia de humedad en los ambientes interiores de viviendas, con su secuela de pestes.

La provisión de agua al interior del ámbito fortificado, que en zonas montañosas, se encubre en manantiales, o pozos surgentes, con estanques de reserva, solo se vale de arroyos en terreno plano, que quedaban al descubierto fácilmente, permitiendo el envenenamiento externo, que abría el ataque posterior.

El declive de la cuenca hacia el Atlántico, y la amplia superficie de las zonas cercanas al océano, se vio perjudicado por casi tres siglos en el interés de fundar y fortificar villas, en la importancia prevaleciente, del comercio de plata y oro desde Potosí, vía Pacífico (por Panamá, Portobello) que derramaba sus productos de intercambio, solo a Lima y a ciudades cercanas como Salta o Esteco.

Desde el Tratado de Tordesillas, Portugal, dominaba el litoral atlántico hasta casi el Río de la Plata (y aun dentro de él con Colonia del Sacramento) y desde allí hacia el sur, en la inhóspita costa patagónica, las fortificaciones españolas recién llegarían en el último cuarto del siglo XVIII, para ser luego abandonadas, casi en su mayoría.

Tratado de Tordesillas

Condicionamientos logísticos y materiales

Las distancias a cubrir entre el centro político regional (Lima) y la salida al Atlántico (Buenos Aires, después de su segunda fundación) eran larguísimas, y atravesaban los espacios dominados por grupos originarios de notoria agresividad, diferente a los de la precordillera, y cordillera que como los huarpes (salvo los calchaquíes y diaguitas), cedían sus pucaráes a los españoles (en fundaciones como la de Mendoza o el primer San Rafael) como agradecimiento por haber (los españoles) sojuzgado a sus dominadores previos, los incas.

En tal situación, los asentamientos, se hacían inmediatos a los caminos, sirviendo a su vez, como postas, pero a la vez, esta exposición los mostraba como atractivo, a los ataques indígenas.

La inexistencia de piedra en la zona, de carácter puramente sedimentario, limitaba la capacidad y resistencia de cimientos y muros, que por la abundancia de tierra, se hacían de ladrillos, adobes, o chorizo, con refuerzos de madera, (material casi exclusivo de las empalizadas, que oficiaban de murallas) y casi siempre concluidas con cubiertas de caña sobre tirantes de madera, para bajar las altas temperaturas del ambiente.

La teja era un lujo casi inaccesible, salvo para las ciudades cabeceras, y a falta de “galápagos” en los pueblos, se las hacía “a gamba” con las dificultades de su ensamble.

El hierro que venía de España, entraba por Lima, y solo llegaba hasta Salta del Tucumán, tardando dos siglos en agregarse el ingreso por Buenos Aires, con escasos navíos de permiso, o de contrabando, y un consumo directo de la villa, que limitaba su traslado al interior.

La cal, que tuvo bases de elaboración en Córdoba del Tucumán, y luego en caleras locales, como la de los Quilmes en Buenos Aires, u otras en Entre Ríos, o la de Las Hermanas en la costa uruguaya, al surgir de hornos de baja temperatura, no lograban una calcinación completa, y mantenían material inerte que bajaba su calidad como ligante, si bien servían al blanqueo sanitario.

Y es conocida, la queja permanente de los "oficiales" de la construcción, españoles, respecto a la baja calidad de la mano de obra local (casi siempre aborígenes en trato de encomienda o mita) en casi todos los casos, para pedir mayor presupuesto.

En muchos casos la inexistencia de “alarifes” terminaba cediendo la dirección de las obras, a hombres de exclusiva formación militar.



Imágenes de los dos Hornos de Cal, de la Calera
de las Hermanas en Carmelo (Uruguay)
Condicionamientos de orden bélico

Los atacantes y defensores de fortificaciones, en la Europa del siglo XVI, ya conocían la pólvora, que batía murallas y bastiones, con el furor de los cañones, y bombardas, o generaba el estampido mortal de los trabucos, en el combate cuerpo a cuerpo.

Los combates navales, ya la usaban en América, pero su uso en las llanuras interiores, era escaso o nulo, y (aunque solo por un tiempo), exclusivo del español.

El indígena luchaba a la par, con las lanzas de caña, con las de metal de los colonizadores, y oponían en desventaja, sus flechas, al furor de los cañones o los mosquetes españoles.

Donde la piedra o el muro de ladrillos crecía, se limitaba su accionar, pero en su escasez, la madera y la caña, sucumbían a las flechas incendiarias, como ocurriera, en la primera fundación de Buenos Aires, por Don Pedro de Mendoza en 1536, que obligó a Irala a despoblarla, en 1541. A campo abierto, la ventaja del español montado en sus caballos, se fue emparejando cuando el indio, robando sus arreos, equilibró ese apoyo, y aún lo superó, al montar en cuero y hábilmente, casi como un apéndice del animal.

Las boleadoras, se ocupaban asimismo, de compensar el desequilibrio entre jinete e infante; y cuando los números eran desparejos, el español era desmontado, aún sin armas.

Esto obligó a modificar el esquema peninsular, de corrales externos a la fortificación, ya que favorecían su robo, y proveían al aborigen, debiendo incorporarlos al interior de la villa (fortificada o no) para garantizar al mismo tiempo la supervivencia, ante un ataque del malón, o un asedio prolongado.

Desarrollo histórico de las fundaciones de asientos y sus valores como fortificaciones

La corriente fundacional terrestre, se hace desde Lima hacia el Sur, o Sureste, con el agregado de los ingresos desde Chile, (Capitanía General que pese a depender de Lima, propiciados por Pedro de Valdivia, operaban en forma independiente).

La corriente fundacional fluvial, en dirección norte o noroeste, ingresando por el Río de Solís o de la Plata, desde Buenos Aires luego de su 1ª fundación, que luego tomará como base secundaria, Asunción del Paraguay.

Al ser distintas las motivaciones, también lo era la calidad de dichas fortificaciones.

1. Corriente norte-sur (Origen Lima)

De la corriente Norte-sur diremos que, tanto Salta (1582) como Esteco I fundada a principios del siglo XVI, se establecen como pantalla protectora de Potosí, de los ataques que pudieran venir del sur, y tan solo Santiago del Estero (1553), fundada después de abandonar un poblado previo llamado “El Barco”, cumple una función intermedia en las comunicaciones, y administrativa de la zona norte.

O sea que los inicios tuvieron una motivación, estratégico-militar, y no tanto de asentamiento poblacional establecido, de la que se podría deducir fortificaciones de combate, y no de defensa civil. Luego cambiarían los criterios.

En Salta, Lerma buscó la protección del cordón montañoso que rodea el valle, y no consta que haya agregado, otras construcciones defensivas, si bien invoca a Santiago Apóstol en el texto fundacional, (la orden era militar) y el cuadro posterior que recuerda esa fundación, parece mostrar un fuerte cuadrado de altas murallas, sin baluartes.

"El Barco I" había sido fundada en 1550 por Núñez del Prado, en el centro de la actual provincia de Tucumán, en la confluencia del río Los Reartes con el río de la Horqueta, cumpliendo las ordenanzas, y la había dotado de un fuerte para su defensa, pero al ser un lugar bajo, daba ventajas a los posibles atacantes.

Nuñez del Prado, la traslada, primero a un sitio al sur de la actual Provincia de Salta, y luego (por orden del Virrey del Perú) a otro en Santiago del Estero, identificadas como El Barco II y El Barco III.

El Barco III, estaba en la orilla este del Río Dulce y bajo la custodia de un importante fuerte, pero duró poco, porque regresó Francisco de Aguirre desde Chile.

Francisco de Aguirre, enviado por Valdivia, al ver la fragilidad estratégica, la traslada a un sitio más alto que “El Barco III”, la llama Santiago del Estero, y establece tres ciudades “pantalla”, para protegerla, llamadas “Cañete (donde había estado El Barco I); Londres, y Córdoba del Calchaquí”, cuyas empalizadas de madera, no iban a impedir, la destrucción por los indios, al poco tiempo.

Aguirre vuelve a reconstruir tiempo después, sin mayores refuerzos, Cañete y Londres, que darán origen a las capitales de Tucumán y Catamarca, mientras Córdoba del Calchaquí, perdería su nombre al ser fundada Córdoba de la Nueva Andalucía, por Jerónimo Luis de Cabrera, en 1573.

Primera Traza de Córdoba de la Nueva Andalucía

Con respecto a Santiago del Estero, al ser reconocida como “muy Noble” por el Rey en 1577, otorgándole un escudo; el mismo tiene un castillo en el centro, común a los pueblos denominados así, por cuanto la Orden de Santiago era religiosa, pero claramente militar.

Si bien no existen probanzas de la existencia del Fuerte; pero como también marca un río, y El Río Dulce, pasa por su lado, es factible que fuera real, aunque no de la jerarquía que muestra su representación.

A pesar de estar bien registrados en coordenadas, en ninguno de los tres emplazamientos de “El Barco” se han efectuado proyectos arqueológicos, porque se acepta que sus rápidas despoblaciones, no deben haber dejado, material, que los justifique.

Diremos que no hay dudas de la inclusión del Río Salado, en la cuenca del Plata, del que resulta afluente por llegar al Paraná, pero incluímos algunas fortificaciones cercanas al Río Dulce, por cuanto, antes de desaguar en la Laguna de Mar Chiquita (endorreica) pierde mucho caudal que aporta al acuífero guaraní, que está directamente conectado a la cuenca del Plata.

Consideramos como límite inferior de los avances de esta corriente, el fuerte de “Los Morteros”, instalado en el siglo XVIII sobre construcciones elevadas quitadas a los sanavirones, casi en el límite de Córdoba con Santa Fé, por estar en zona límite de la cuenca, y por vigilar el camino alternativo a Potosí de trata de esclavos, y desde Potosí a Buenos Aires para contrabando de plata, pero sirviendo al traslado de ganado vacuno y mular, al propio Potosí, desde Santa Fé. Ese fuerte fue reemplazado por otro más moderno y con baluartes en el siglo XIX.

Quedan fuera de estudio la trasladada Córdoba, a la margen sur del río Suquía en 1577, con planta cuadrada, división en cuadrícula, un fuerte y empalizada exterior.

San Miguel de Tucumán, es fundada en 1565, sobre la base de los pobladores de Cañete, que había sido destruido por los indios, ubicándola a 10 kilómetros de aquel poblado.

ESTECO I y II Desaparecidas y encontradas

Siendo Gobernador de Tucumán Francisco de Aguirre, su trato tiránico, y el desplazamiento malintencionado de Nuñez del Prado, le habían hecho ganar varios enemigos.

Un grupo de ellos encabezados por Diego de Holguín, se amotina en 1566, y funda un poblado a orillas del Río Salado. En 1567 el nuevo Gobernador Diego Pacheco, la funda oficialmente con el nombre de Nuestra Señora de Talavera, aunque será reconocida como Esteco.

Según lo relata en 1580, en “Relación de Provincias” Pedro Sotelo y Narváez, estaba “sobre el Salado a cincuenta leguas de Santiago del Estero, junto al camino que lleva al Perú”. Cuarenta vecinos bajo el régimen de encomienda, dominaban cerca de seis mil indios tocones y lules, que sembraban cerca del río o las aguadas que construían, algodón y otros productos.

La ubicación de la llamada Esteco I, se encuentra a tres kilómetros al este de la actual zona boscosa de El Vencido, hacia las coordenadas 25º 11' Sud y 63º 48' Oeste, a unos 30 km al este de la actual localidad de El Quebrachal del Departamento de Anta. Sus restos, encontrados recientemente, son objeto de trabajos arqueológicos limitados por lo inundable de la zona de referencia.

Plano confeccionado por el grupo de trabajo en el año 2005.
Se observa una planta con una cuadrícula con un camino central
que pudo haber sido aguada de distribución, por sus líneas secundarias

En 1592, con Esteco sufriendo las crecidas de los ríos, que lo inundaban, Juan Ramirez de Velasco funda en la confluencia de los ríos Piedras y Pasaje, la ciudad de Nueva Madrid de las Juntas, y parte importante de la población de Esteco se muda a esta ciudad ubicada en el actual Departamento de Metán.

Llega 1609, y su nuevo Gobernador Alonso de Rivera, decide reunir ambas poblaciones en una nueva, que funda también a orillas del Salado, denominándola “Talavera de la Nueva Madrid del Esteco, pero que iba a perdurar como “Nueva Esteco”.

La establece en el punto de cruce del camino Perú-Río de la Plata, con el de Chile-Asunción, y ese encuentro le dará una vital importancia comercial, que sumada a las encomiendas, hará de sus vecinos, nuevos ricos en poco tiempo.

Se estima que entre vecinos y encomiendas sumaban cerca de 40000 habitantes, cuando el ataque de los mocovíes la redujo en 1686.

Hasta el sismo del 13 de septiembre de 1692, que la arrasó, quedaban apenas 15 o 20 vecinos, más unos 20 soldados que formaban la guarnición del fuerte. Ese sismo es famoso porque no tocó la ciudad de Salta, milagro que sus habitantes adjudicaron a la Virgen.

Fragmento del mapa de Joaquín Camaño, S. J., que está incluido
en la obra de Jolis. Están señaladas las dos ciudades de Esteco
y las reducciones y fuertes construidos durante el siglo XVIII
 en las cercanías del río Pasaje y en las estribaciones
orientales de las sierras subandinas

A orillas del Río Piedras a 2 km de Metán, el equipo del arqueólogo Alfredo Tomasini, descubrió en 2005, los restos de la segunda Esteco. Contaba el arqueólogo a un periódico salteño en 2010, que: "Llegamos a más de un metro de profundidad, en donde se encuentra un sector del muro noroeste; hallamos una de las cuatro torres del fuerte que custodiaban la ciudad. El año pasado comenzamos las tareas de excavaciones en esos terrenos tomando como referencia esa torre o 'punta de diamante', como se le decía en esa época. Como hay un mapa fundacional, consideramos que la presencia del fuerte ocupó la plaza, en el centro geográfico de la ciudad, y sirve como punto de referencia para ubicar el cabildo, la iglesia y también parcelas otorgadas a los pobladores".

Y respecto del fuerte, Tomasini agregó: "El fuerte de la ciudad de Esteco II fue identificado en 2011, cuando observaron cuatro montículos que formaban un cuadrado, unidos por terraplenes".

Alicia Palacio, integrante del grupo, agregó respecto a las excavaciones: "El sitio arqueológico es grande, ya que la ciudad llegó a tener 49 manzanas según el plano de la época. Hoy están preservadas unas 42 hectáreas. Ya excavamos parte de uno de los muros del fuerte, uno de sus torreones, una vivienda y lo que podría haber sido la iglesia parroquial".

Los datos de los muros, y el llamar de las torres "de punta de diamante" nos remiten al modelo abaluartado de baluartes poligonales, ya en boga en ese tiempo.


Reconstrucción gráfica de la ciudad Talavera de Madrid, "Esteco" (Fundada por el Gobernador Alonso de la Ribera el 8 de agosto de 1609), hecha según los planos de su asiento conservados en el Archivo de Indias y publicados por el Sr. Roberto Levillier en Nueva Crónica de la Conquista del Tucumán, T. 2, p. 136.

Referencias: 1. Cerro Lumbreras. 2. Río Piedras. 3. Camino que venía del Perú. 4 y 7. Molinos hidráulicos con rueda de piedra. 5. Río Pasaje. 6. Probable camino de Madrid de las Juntas al Perú. 8. Iglesia de los Mercedarios. 9. Iglesia de los Franciscanos. 10. Camino a San Miguel (Tucumán actual). 11. Acequia sacada del río Piedras. 12. Hospital. 13. Cabildo. 14. Plaza con el Árbol de la Justicia. 15. Iglesia parroquial. 16. Iglesia y casa de la Compañía de Jesús. 17. Horno de fundición de metales. 18. Camino que conduce a los campos de cultivo.

Desaparecidas estas ciudades, otros fuertes como San Luis de los Pitos, o S.E. de Valbuena, se instalaron a inicios del siglo XVIII, entre ambos emplazamientos, para proteger el río como vía de comunicación, hasta mediados de ese siglo, ya que luego surgieron otras vías alternativas.

Plano de la zona según lo relevado por Tomasini


2. Corriente fundacional fluvial

Corriente sur-norte (origen Buenos Aires y luego Asunción - destino Lima o Potosí)

Cabecera Buenos Aires.

Cuando Juan Díaz de Solís (portugués al servicio de Castilla) en 1515, encuentra el estuario del río, al que llamó "Mar Dulce", pero que por un tiempo llevaría su nombre, abre dos puertas.

Con su muerte, confirma la agresividad de las tribus guaraníes, (se pensó originalmente en charrúas) y con los viajes siguientes por el Paraná, promovidos por náufragos de su expedición, se inaugura la ruta a la Sierra de la Plata”, por lo que ese río, aparte de Río de Solís”, comienza a ser llamado de la Plata”.


Atlas de Miller (1519)

Suma a este hecho, el posible viaje previo de otro portugués (en este caso al servicio de Portugal) que habría llegado vía Pilcomayo, hasta la zona de Potosí, y llevado su informe secreto, a los dominios portugueses en Brasil. De hecho, el asentamiento más cercano al Cerro Rico de Potosí, productor de tal metal, se llamó “La Plata”, aunque luego cambiara su denominación a Charcas y Chuquisaca. Por ese entonces, los guaraníes en tres ataques sucesivos, habían logrado internarse en tierras del Inca, hasta dominar territorios muy cercanos a Potosí. Alejo García, uno de los acompañantes de Solís, que después de la muerte de aquel, había quedado en la isla de Santa Catalina, por obra de un naufragio, aprende guaraní, y recibe de los aborígenes relatos de esas tierras, ricas en plata y oro. 

Alejo García
Primeras exploraciones de los españoles

Con ese conocimiento, y la compañía de algunos españoles, recorre la costa de Brasil, ingresa por el Río de La Plata hasta el actual Paraguay, y luego sumando guaraníes, entra por el río Pilcomayo y ataca poblaciones incaicas en las cercanías de “La Plata”. Los Incas tenían una serie de “pucaráes” en la frontera que son arrasados en 1525, por el grupo de García, llegando a la propia Charcas, tomando importantes botines, que luego trataron de llevar hacia el Atlántico. García muere en manos de otras etnias, en el mismo año, atacados para robarle esos valores, pero las referencias llegan hasta Santa Catalina, y desde allí a las metrópolis de ambas coronas. En 1526, llegaba a la isla, la expedición de Sebastián Gaboto, con destino a las Molucas, pero el veneciano, al conocer la historia de Alejo García, decide penetrar en busca de las Sierras de La Plata, ingresando por el río que ya era identificado como tal. 

Se detiene en tierras uruguayas, creando el primer Fuerte de la zona, con el nombre de San Lázaro, cuyos cimientos, descubiertos no hace mucho tiempo, se lucen en la Estancia Anchorena, de descanso del Presidente uruguayo, casi en el encuentro de los ríos Paraná y Uruguay.

Restos del Fuerte San Lázaro en el Parque Nacional Anchorena,
Departamento Colonia, situado unos 25 km al NNO de Colonia del Sacramento

Si bien se contaba con piedra en la zona, (cerca de la desembocadura del Río San Lorenzo) que aparece en los cimientos, se estima que la construcción superior era de madera y paja, rodeada por una empalizada también de madera. Allí recibe a náufragos de la expedición de Loayza, en el Estrecho de Magallanes, que al no querer volver a España, se quedaron con los indios de la zona, y le comentan sobre las riquezas de la Sierra de La Plata. Lo relata e una carta a sus familiares en 1528 Luis Ramírez, referido a dos sobrevivientes del viaje de Solís: "Y también la gran riqueza que en aquel río donde mataron a su capitán había, de lo cual por estar muy informados a causa de su lengua de los indios de la tierra de muchas cosas, las cuales diré aquí algunas de ellas. Y era que si le queríamos seguir, que nos cargaría las naos de oro y plata, porque estaba cierto que entrando por el Río de Solís iríamos a dar en un río que llaman Paraná, el cual es muy caudalosísimo y entra dentro en este de Solís con veinte y dos bocas. Y que entrando por este dicho río arriba no tenía en mucho cargar las naos de oro y plata, aunque fuesen mayores, porque el dicho río Paraná y otros que a él vienen a dar iban a confinar con una sierra a donde muchos indios acostumbraban ir y venir. Y que en esta sierra había mucha manera de metal, y que en ella había mucho oro y plata, y otro género de metal, que aquello no alcanzaba que metal era, más de cuanto ello no era cobre, y que de todos estos géneros de metal había mucha cantidad. Y que esta sierra atravesaba por la tierra más de doscientas leguas, y en la halda de ella había asimismo muchas minas de oro y plata y de los otros metales" En el mismo mes de Febrero de 1527, Gaboto hace construir más adentro el Fuerte de “San Salvador” de dimensiones superiores, pero los mismos materiales sobre las riberas del Río San Lorenzo.

Los datos aportados por un sobreviviente del viaje y desembarco de Solís (Francisco del Barco), le indican reducir el calado de sus barcos, para intentar río arriba, llegar hasta las tierras de Potosí y La Plata, por vía fluvial. Después de sondear el Río Uruguay, decide ingresar por el Paraná, y al llegar a la desembocadura en el mismo, del río Carcarañá, funda en junio de 1527, el Fuerte “Sancti Spíritu”, con un esquema similar al San Lázaro, pero de mayores dimensiones, que mereció de los cronistas la consideración de Fortaleza.

Arqueólogos trabajando en el Fuerte Sancti Spiritu, el que se hallaba emplazado
donde hoy está la localidad de Puerto Gaboto, Provincia de Santa Fe

Sobre una barranca, una fortaleza de forma rectangular, con 50 metros por diez, con el eje mayor en el sentido Norte-Sur, dos torres artilladas, que permitían batir hacia tierra y hacia el río. Tenía en su lateral 20 casas y una capilla, todo encerrado por una empalizada que se presumía de palo a pique (hoy se evalúa de tierra apisonada en base a las excavaciones) y un foso de tres metros de ancho en el lateral opuesto al río, que también encerraba zona destinada a corral de hacienda. La Casa interior de madera y techo de paja habitada por Gaboto, estaba tapizada interiormente, y se construyeron almacenes para acopio de víveres. De él dice Luis Ramirez en su carta: "y llegamos a Carcarañal, que es un río que entra en el Paraná que los indios dicen viene de la sierra, donde hallamos que el señor capitán general había hecho su asiento y una fortaleza harto fuerte para en la tierra…..". Cuando Gaboto decide seguir río arriba, deja según Ramirez: "Y luego el dicho señor capitán general puso en obra el dicho camino, y primero mandó meter toda la hacienda en la dicha fortaleza y mandó al capitán Gregorio Caro que con treinta hombres quedase en tierra para guardar la dicha fortaleza y lo que en ella quedaba". Es el primer asentamiento fortificado, en territorio argentino, y allí concentró a su gente, recuperando los que al borde de la inanición, había dejado en San Salvador y San Lázaro. Gaboto llegó río arriba por el Paraná, Paraguay y Pilcomayo, hasta muy cerca de Potosí, y tomó contacto con aborígenes que lucían adornos en plata y oro, pero la hostilidad de los aborígenes, lo hizo volver a Sancti Spiritus. Luego, en 1529, mientras volvía a San Lázaro, los aborígenes atacaron y destruyeron el Fuerte Sancti Spiritus, y mataron a la mayoría de los pobladores, razón por la cual, Gaboto fue juzgado y condenado a destierro en Orán, al volver a España

Los restos de su emplazamiento, demuestran la existencia de muros de tierra apisonada, que no se tiene en claro si fueron los fundacionales o de construcción posterior. Hasta es posible, que nuevos descubrimientos hechos en estos días, que se adjudican a Sancti Spiritus, correspondan en realidad a Corpus Christi, fundado años después. Una torre permaneció erguida, y fue bajo ella que Juan de Garay y Jerónimo Luis de Cabrera, discutieron sus títulos, para fundar ciudades en la zona. El vizcaíno prevaleció, y fue el fundador de Santa Fé de la Veracruz (1573), y La Trinidad (1580) en el asiento de Nuestra Señora de los Buenos Aires, fundada previamente por Pedro de Mendoza (1536) y despoblado por Martinez de Irala en 1541. Lo cierto es, que regresado Gaboto a España, la corona se interesó por establecer una ruta fluvial hacia las Tierras de “La Plata” y más allá, fundando ciudades de apoyo, para ello. Asi nace la expedición de Pedro De Mendoza, que viaja como Primer Adelantado del Río de La Plata, Gobernador y Capitán General, de las tierras que tome, en nombre de la Corona de España.

Pedro de Mendoza

Mendoza, perteneciente a una de las familias más nobles y acaudaladas de Castilla, financia el viaje que parte hacia “las Indias” en 1535. Su compromiso era de crear un Camino Real hasta el Océano Pacífico, (Mar del Sur por entonces) con tres fuertes intermedios, en un período de tres años. Con treinta naves y 2500 personas a su cargo, surca el Atlántico en 1535, y al arribo al Río que todavía algunos llamaban “de Solís” y otros “de La Plata”, revisa ambas orillas, y decide fundar en la orilla sur, la ciudad de Nuestra Señora del Buen Ayre, entrando por un riachuelo, que desemboca en el río mayor, al que Solís llamara también “Mar Dulce”. El diminutivo riachuelo; (adjetivo puesto al curso de agua, por comparación con el Plata), iba a quedar como nombre definitivo, e iba a cumplir la función de puerto, para las naves. No muy lejos se establece el asiento, buscando algo de altura sobre los bañados de ese Riachuelo. Una muralla de tierra, hasta la altura de un hombre con su brazo extendido, un presunto foso perimetral, que Schmidl, no registra, y varias construcciones de madera con techo de paja, encerraban una vivienda de tierra apisonada, que Mendoza denominara “El Real”. Todo en no más de 3 hectáreas, si lo pasamos a medidas modernas.

Resultan muy pretenciosos, los dibujos de la villa, realizados en su natal Straubing, varios años después, por amigos de Ulrico Schmidl; pero no pueden serlo tanto, como para descalificarlos totalmente. Solo parece exagerada, la casa de Mendoza (la representan de tres niveles), y la cercanía al Río, que los exponía a los ataques de naves extranjeras, desde el mismo, aparte de ser terrenos semipantanosos. La presencia permanente de naves portuguesas en la zona (donde tiempo después fundarían Colonia del Sacramento) llevan a pensar que el río representado, era el propio Riachuelo que brindaba refugio, y no el Río de la Plata, abierto a otras potencias. Se observan a su vez, algunos cañones o bombardas, montados sobre la muralla (Mendoza los transportaba en sus naves) así como animales en corrales interiores, que también viajaron desde España, o se cargaron en Cabo Verde. No se observan torres, y ni Mendoza, ni ninguno de los relatores contemporáneos o posteriores, las mencionaron, y solo parece poder observarse a la distancia desde “El Real” o lo alto de la muralla.

Un punto frágil de este asiento, era la falta de provisión de alimentos, que por ello los hizo depender de la entrega de pescado por los indígenas, por estar a cierta distancia del río, que era usado para esa pesca, y que en caso contrario, para acceder por su cuenta, debían pasar entre ellos. Entre las ilustraciones de Schmidl, observamos algunas muy curiosas, como aquella donde los atacantes son los españoles, y los defensores de un ámbito con empalizada son los “Carendies” luego derivado a querandíes, lo que de hecho ocurrió, con derrota de los españoles. Pero lo que sorprende es que la defensa de los querandíes es con formación en “cuadro”, característica de los tercios españoles.

Y otro punto débil, eran las construcciones en madera y paja, fácilmente incendiables con las flechas de los aborígenes, como lo demostrara su ataque, a pocos días de la erección de la villa. Los habitantes se mudan a la orilla del Riachuelo, a mano con las naves que estaban listas para partir ante nuevos ataques, y cuyos cañones, mantenían alejados a los “Carendies”, pero esas naves, surtas en el Riachuelo, padecían del mismo riesgo de ser incendiadas, y habiendo servido de alojamiento, a la par de escasas construcciones costeras, por 6 años, Martínez de Irala ordena despoblar la Villa en 1541. En Junio del mismo año de 1536, Juan de Ayolas, enviado por Pedro de Mendoza, funda a escasa distancia, del destruido Sancti Spiritus, el nuevo Fuerte de Corpus Christi, cerca del encuentro del Carcarañá con el Paraná, con una estructura similar a Buenos Aires; y en septiembre de ese año, el propio Pedro de Mendoza, reforzaría la plaza, fundando a 7 km de aquel el Fuerte de Nuestra Señora de la Buena Esperanza.

Juan de Ayolas

Pero los timbúes destruirían ambos fuertes en 1539, si bien sus habitantes se mudarían previamente. Ayolas, luego de fundar Corpus Christi, seguiría por el Paraná, y acordando con los guaraníes ese avance, fundaría ya entrado en el Río Paraguay, en 1536, el Puerto y Fuerte de La Candelaria, desde el cual partió hacia Charcas, y en el cual moriría, por un ataque de los payaguaes en 1538, si bien el fuerte había sido abandonado, un año antes. Se le atribuyó la fundación del Fuerte Nuestra Señora de Asunción, más su fundación está documentada por Juan de Salazar en 1537, también enviado para tener noticias de Ayolas. En su reporte Salazar dirá: "Con parecer de dicho Señor Teniente de Gobernador, Domingo de Yrala e otras personas, hize e edifiqué, este puerto e Casa Fuerte". El mismo adquiriría jerarquía de Ciudad en 1541, con Domingo Martinez de Irala, devenido Gobernador, por ausencia de Ayolas, y pasaría a ser una nueva base, de expediciones, fundadores de fuertes y pueblos. Casi simultáneamente, con la partida de Pedro de Mendoza hacia España, en 1537 (moriría en el viaje) el Capitán Francisco Ruiz Galán, decide despoblar los Fuertes de Buena Esperanza y Corpus Christi, llevando por barco sus habitantes a Asunción, donde se encontraría con Salazar, e Irala, que quedaría como Gobernador. El crecimiento demográfico de Asunción, donde se pacta un ensamble social con los guaraníes, y su poderío militar, la harían crecer como ciudad, sumando además los habitantes de Buenos Aires, despoblada por orden de Irala en 1541. Se da así el hecho, de que a mediados de 1540, todas las ciudades y fuertes, establecidos por esta corriente, ingresada por el Río de La Plata, en el futuro territorio argentino, han sido destruidas por los habitantes de pueblos originarios, o despobladas por españoles y mestizos.

Cabecera Asunción.

Persisten Candelaria y Asunción en territorio del actual Paraguay, que será la nueva base desde la cual partirán en adelante. Álvar Núñez Cabeza de Vaca, designado Segundo Adelantado del Río de la Plata en 1540, (por la muerte de Mendoza) arriba a Santa Catalina en 1541, y allí se entera de la desaparición o despoblación de los fuertes hasta Asunción.

Álvar Núñez Cabeza de Vaca

A pesar de su título y Capitulación, decide entrar por tierra hasta Asunción, desde Brasil, siguiendo la ruta inaugurada por Alejo García, mientras remitía su nave, con otros tripulantes por el propio Río de la Plata. Arribado a Asunción, Irala no respeta demasiado la autoridad de Alvar Nuñez, que sin embargo lo comisiona para encabezar una expedición, que busque llegar a la Sierra de La Plata. En el camino, por el Río Paraguay, funda Puerto del Rey, sobre la Laguna Xarayes, ya en territorio del actual Brasil.

Paraguay o Provincia de Río de la Plata con regiones
adyacentes,  Tucumán y Santa Cruz de la Sierra

Numerosos intentos, encabezados por Irala o el propio Álvar Núñez, por llegar a la Sierra de La Plata, fracasan y se suma el enfrentamiento entre ellos, que termina con Álvar Núñez, remitido preso a España. Al quedar Irala, como Gobernador sin discusión, encara en 1548 una nueva campaña al Perú, donde se entera por los aborígenes, que ya otros españoles dominan Potosí. Pizarro y Almagro, con la corriente colonizadora del Pacífico, se habían adelantado. Irala iba a poner entonces su atención, en tierras al norte de Paraguay, y el propio Brasil, desatendiendo lo que luego sería territorio argentino. En el período que va hasta 1556 en que fallece, después de haber sido ratificado Gobernador de Asunción y el Río de la Plata, un año antes, solo merece destacarse, un par de asientos provisorios, en la Isla San Gabriel, (frente a Colonia en territorio uruguayo) para recibir a la mujer, del tercer Adelantado del Río de la Plata, (que falleciera antes de partir).

Isla San Gabriel vista desde Colonia del Sacramento

Ese asiento subsistiría a pesar de que la mujer, llegó a Asunción por tierra. sin poder hacer valer sus derechos, y su hijo (que debía ser Adelantado porque la capitulación era por dos vidas) prefirió instalarse en Potosí. A partir de este momento y por diez años, la emigración de vecinos asunceños hacia la Sierra de La Plata y Potosí, por los comentarios sobre sus riquezas, disminuirían su densidad habitacional, y obviarían la creación de cualquier fuerte o poblado, que no estuviera en esa línea. Coincide al mismo tiempo, con el auge de la corriente, que partiendo de Lima, busca proteger a Potosí, creando, como hemos visto, ciudades en el norte argentino. Quienes iban a alterar este curso, integraban una familia, que curiosamente se había instalado en Perú; uno de ellos en Charcas, donde se había enriquecido con las encomiendas, y se trataba de Juan Ortiz de Zárate.

Juan Ortiz de Zárate

Ortiz de Zárate llegó con su sobrino, Juan de Garay, que acompañara a Nuñez del Prado (de quien ya hablamos) en las fundaciones de “El Barco, I; II y III.

Juan de Garay

Integrantes de una familia noble y acaudalada, las riquezas de Juan Ortiz de Zarate, se multiplicaron en el Perú y Alto Perú, por lo que en 1567, el Virrey del Perú, lo nombra Gobernador de Asunción, y luego de su viaje a España, Felipe II, lo hará Adelantado del Río de la Plata y Gobernador de Nueva Andalucía, en 1569. Entretanto su sobrino, Juan de Garay descollaba como soldado, y ampliaba su capacidad fundadora de pueblos y puertos, así como sus dotes de funcionario, participando en la de Arica, y Santa Cruz de la Sierra, hasta que, nombrado su tío Gobernador Provisorio de Asunción, se instala en esta ciudad en diciembre de 1568, con el cargo de Alguacil Mayor del Río de La Plata. Mientras su tío, organizaba el viaje desde España, para hacerse cargo de su condición de Adelantado, el Gobernador Interino de Asunción y el Río de La Plata Martín Suárez de Toledo, comisiona A Garay, para la fundación de ciudades sobre las riberas del Paraná, que faciliten las comunicaciones con Asunción, como responsable provisorio de la Nueva Andalucía.

Habiendo enviado un grupo explorador por tierra, Garay arriba por el Paraná y en abril de 1573, funda Santa Fé de la Vera Cruz, como asiento provisorio, a 5 km de la actual Cayastá.

Entre el río San Javier, y el arroyo de las Gringas, el poblado estaba casi protegido por cursos de agua, pero era bajo y plano, y si bien eso, la defendía originalmente, de ataques indígenas, la hacía inundable, dificultaba su accesibilidad, y la tornaba atacable desde el propio río, por lo que cien años después, sería trasladada.

Plano de Santa Fe La Vieja (actual Cayastá)

Decía el acta fundacional: "fundo y asento y nombro esta ciudad de Santa Fe, en esta provincia de Calchaquíes y mocoretáes, por parecerme que en ella hay las partes y cosas que conviene, para la perpetuación de la dicha ciudad de agua y leñas y pastos, pesquerías y casas y tierras, y estancias para los vecinos y moradores de ella y repartirles".

Maqueta de Santa Fe La Vieja

No se verifica muralla, y solo se presume alguna empalizada entre cursos de agua, sin fuerte interior. Buscando un asentamiento más favorable, baja por el Paraná, y se cruza con Jerónimo Luis de Cabrera, que venía de fundar Córdoba, y luego de un parlamento, en los restos del destruído Corpus Christi, decide reforzar el asiento original, y fundarla oficialmente en Noviembre de 1573. Las excavaciones realizadas desde 1949, por Agustín Zapata Gollán, muestran cimientos de tierra apisonada, y techos de tejas (que pueden haberse incorporado tiempo después del fundacional). Llegó a poseer plaza de armas, Cabildo y varias iglesias, en cuyos cementerios anexos, quedaron los restos, de la hija de Garay y de Hernandarias.

Restos de Santa Fe La Vieja en Cayastá (Santa Fe)

En simultáneo, Juan Ortiz de Zárate, ya acreditado como 4º Adelantado, arriba al Río de la Plata con una armada reducida, en noviembre de 1573, y construye en la ya citada isla de San Gabriel, un fuerte y poblado, desde el cual proyectar su entrada a la costa, poblada por los charrúas. Un altercado con ellos, suscita un combate en el que Ortiz de Zárate es derrotado, debiendo abandonar San Gabriel y mudarse a la Isla de Martín García, donde establece otro poblado provisorio. Permanece aislado en Martín García, hasta que Garay acude en su ayuda, y derrota a los charrúas, permitiéndole a Ortiz de Zárate continuar su viaje. Antes, en la misma desembocadura del Río San Salvador al Río de la Plata, donde se produce la batalla, Ortiz de Zárate pide a Garay, fundar un poblado, que llevará el nombre de Ciudad Zaratina, cuya construcción debió estar rodeada por empalizada, dada la belicosidad de los charrúas. Para poblarla, Garay llevó habitantes de Santa Fé, que la sostuvieron hasta 1576, año en que por la muerte de Ortiz de Zárate, y los permanentes ataques aborígenes, se fueron yendo esos pobladores, lo que llevó al propio Garay, a despoblarla en 1577. En el mismo período, las tres guerras calchaquíes, destruían las ciudades fundadas por la corriente terrestre, sobreviviendo solo Santiago del Estero. Y como Garay había participado de esta corriente y sabía de sus dificultades, volcó sus esfuerzos en la zona del Paraná. Muerto Ortiz de Zárate, las discusiones respecto a su sucesor, dieron espacio para que Garay, ocupara el cargo de Gobernador del Río de la Plata y Paraguay desde 1578. Invocando al nuevo Adelantado (Torres de Vera y Aragón) pero por decisión personal, decide refundar Buenos Aires, muy cerca del viejo asentamiento, y para ello trae familias de Asunción y otras de Santa Fé, por barco, al tiempo que impulsa la venida de soldados por tierra. La fundación se concreta el 11 de Junio de 1580, y pese a ser atacados por los indios (como lo fuera Mendoza) rechaza los ataques, produciendo una matanza, en la zona cuyo nombre “Matanzas” parece recordarlo.

Al mismo tiempo, extiende hacia el sur su recorrido, llegando hasta el Cabo de las Corrientes (en la actual Mar del Plata). En la corrección a su primera “División en Suertes”, otorga al Fuerte de Buenos Aires, una manzana, ya sobre la barranca, lo que limitará su valor estratégico, para ataques desde tierra, si bien lo hará muy práctico para la defensa hacia el Río de la Plata.

Plano del Fuerte de Buenos Aires que se hallaba donde hoy está la Casa de Gobierno

Planta y vista del Fuerte de Buenos Aires en el siglo XVIII

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