Los diarios de viaje de varios exploradores de las
Pampas y Cordillera, durante los siglos XVIII y XIX, dan cuenta de la
ubicación de las tolderías de los principales caciques y
capitanejos aborígenes, como así también de los bordes fronterizos
que delimitaban sus respectivos territorios, no solo con los
hispanos, sino también entre las diversas etnias que moraban al este
de los Andes. En algunos casos las relaciones hostiles que mantenían
entre ellos, hacían que dieran algunos rodeos a través de las
rastrilladas para trasladarse de un sitio a otro. A su vez las
fronteras con el euroamericano generalmente estaban delimitadas por
una línea que unía fuertes y fortines. De cualquier manera las
parcialidades indígenas, si bien llegaban hasta dicha línea, tenían
sus moradas mucho mas al interior del territorio, quedando una amplia
faja de terreno como área transicional de jurisdicción imprecisa.
Estas fronteras fueron el escenario no sólo de
numerosos enfrentamientos, sino también de intercambios comerciales,
tanto entre aborígenes como así también con los españoles.
Tampoco estos se privaron de incursionar sobre los campos de los
indios, con el propósito de conocer su poderío, sus caminos y de
“censarlos”.
En definitiva, la lectura y análisis de estos diarios
de viaje, permiten situar con mucha precisión los hábitats de los
naturales de las Pampas y sus respectivas jurisdicciones.
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