sábado, 26 de enero de 2019

Genocidio indígena en Argentina y Uruguay

El desarrollo de las potencias coloniales en Europa, como Inglaterra, Francia, España y Portugal, entre otras, llevó a conquistar y someter a infinidad de pueblos indígenas en América. La conquista llevó implícito el genocidio, ya que el 90 % de los millones de indígenas que habitaban este continente murieron a causa del sometimiento a la esclavitud, la explotación y las enfermedades que se contagiaron de los europeos. Ya sea en forma intencional o no, el genocidio se produjo cuando se cambió radicalmente la forma de vida de un grupo étnico, se lo sometió a servidumbre, se exterminaron poblaciones enteras, se les inculcaron por la fuerza otras creencias religiosas, se les cambiaron los nombres y se destruyó su cultura y arte.
El término "Genocidio" fue acuñado en 1944 por el jurista judeo-polaco Raphael Lemkin, y su alcance ha estado sujeto a discusiones y debates. De cualquier manera un genocidio incluye distintas acciones coordinadas que tienden a la destrucción de un grupo étnico, social, cultural o político, tales como matanzas, afectación de la salud física y mental de un grupo, sometimiento a condiciones que inexorablemente llevan a la extinción del mismo, medidas destinadas al impedimento de nacimientos dentro de un grupo, traslado forzado de niños de un grupo a otro, dispersión de las familias, adoctrinamiento religioso forzado, cambio de identidad de las personas, impedimento para practicar su lengua, su cultura, su arte, su cosmovisión, etc.
Luego de la independencia de los estados nacionales en América, las prácticas genocidas contra los pueblos indígenas no han cesado, sino que inclusive en algunos casos se han incrementado. En el caso particular de Argentina, la llamada "conquista del desierto" constituyó sin duda una acción claramente genocida. Sin embargo, tanto el estado español (ejecutor del primer genocidio), como el argentino, uruguayo y de los demás países de la región, siguen sin reconocer que sus historias parten de un cruel genocidio sobre los pueblos preexistentes. Los sobrevivientes a esta tremenda tragedia y sus descendientes reclaman, cada vez con más fuerza y convicción, el reconocimiento oficial de los estados de estos hechos históricos y el resarcimiento, especialmente devolución de tierras y políticas activas multiculturales.
El año 2018 ha sido pródigo en el debate y difusión del genocidio indígena en Chaco, Pampa y Patagonia. Tres encuentros se realizaron donde se expusieron distintos puntos de vista, que confirman la existencia del genocidio indígena en Argentina.
Los días 9 y 10 de agosto de 2018 se llevó a cabo, en las amplias y cómodas instalaciones del Domo del Centenario en Resistencia (Chaco), el II Seminario de reflexión sobre el Genocidio Indígena en el Chaco Argentino. El mismo estuvo organizado por la Fundación Napalpí, el CONICET, la Universidad Nacional del Nordeste y el Instituto de Investigaciones Geohistóricas (IIGHI).
Domo del Centenario
Ante la presencia de una numerosa concurrencia, especialmente de caciques y representantes indígenas del área chaqueña de los pueblos qom, wichi y moqoit, se llevó a cabo el evento que contó en el inicio del mismo con la presencia del intendente de Resistencia Jorge Capitanich. 
Panel inaugural
De izquierda a derecha: Mariana Giordano, Víctor Ataliva, Diana Lenton,
Alexis Papazian y Lecko Zamora
Concurrencia al II Seminario de reflexión sobre el Genocidio Indígena
Las temáticas abordadas fueron diversas y muy interesantes, teniendo siempre presente los dos grandes hechos genocidas ocurridos en el siglo XX en la región: la masacre de Napalpí (ocurrida el 19 de julio de 1924 en la Colonia Aborigen Napalpí, situada entre las localidades de Machagai y Quitilipi, a 120 km de Resistencia (Chaco), donde fueron masacrados 200 indígenas qom y moqoit y algunos blancos que protestaban por las condiciones de semiesclavitud en que vivían. El día 19 de julio de 1924, en tempranas horas de la mañana, un grupo de alrededor de 130 hombres integrados por policías, estancieros y civiles blancos de la zona, fuertemente armados con fusiles Winchester y Mauser, rodearon el campamento donde se habían reunido los indígenas que protestaban, armados tan solo con palos, quienes bailaban en una fiesta religiosa organizada por los chamanes en la zona del Aguará (sitio sagrado para los qom, ubicado dentro de la Colonia Napalpí). Convencidos de que los dioses los protegerían de las armas de fuego de los hombres blancos, fueron presa fácil de los disparos que los atacantes hicieron durante unos cuarenta minutos. Luego los blancos ingresaron a Napalpí donde remataron a machetazos a los indígenas que quedaban, algunos heridos, y también a mujeres y niños. El principal responsable del hecho fue el gobernador del Territorio Nacional del Chaco el estanciero algodonero y político radical Fernando Centeno, quien ordenó el genocidio. Por entonces gobernaba el país Marcelo Torcuato de Alvear quien estaba al tanto de la situación y consintió la acción genocida) y la masacre de Rincón Bomba (producida en el paraje conocido como La Bomba, cerca de Las Lomitas, Formosa, donde fueron asesinados unos 750 aborígenes entre los días 10 y 30 de octubre de 1947. Los indígenas protestaban porque el terrateniente Robustiano Patrón Costas les había prometido pagarles 6 pesos por día para trabajar en la zafra azucarera, en el ingenio El Tabacal, pero luego de concluida solo les abonó $ 2,50 por día. Unos 8.000 indígenas se trasladaron a pie unos 100 km hasta llegar a cercanías de Las Lomitas y se instalaron en el paraje conocido como Rincón Bomba. Hambrientos y enfermos pidieron ayuda alimentaria a la Comisión de Fomento de Las Lomitas, quien derivó el pedido al gobernador del Territorio Nacional de Formosa Rolando de Hertelendy, y éste al gobierno nacional. Al parecer el gobierno del presidente Juan Domingo Perón mandó de inmediato tres vagones con alimentos y ropas y medicinas. Los tres vagones arribaron a la ciudad de Formosa a mediados de septiembre de 1947, pero el delegado de la Dirección Nacional del Aborigen, Miguel Ortiz, dejó los vagones abandonados en la estación por muchos días y se apropió de la mitad de la carga. A principios de octubre llegaron a Las Lomitas, pero dado el largo tiempo transcurrido los alimentos se hallaban en mal estado, pero aún así los repartieron en el campamento indígena (Está versión no está debidamente comprobada). Lo que se ha probado sin embargo es que el alimento repartido a los indígenas salió de comerciantes de Las Lomitas, al que luego se agregó venenos. Ello produjo numerosas intoxicaciones, resulta de las cuales fallecieron 50 indígenas, en su mayoría niños y ancianos. Esto provocó la indignación de los pilagás que se consideraban víctimas de un envenenamiento. Frente a tanta agresión y desprecio, el cacique Pablito pidió hablar con el jefe del Escuadrón 18 de Gendarmería Nacional comandante Emilio Fernández Castellano. El oficial aceptó encontrarse al atardecer, pero a campo abierto. Era el día 10 de octubre de 1947. Los pilagás llegaron presididos por su cacique Pablito, sumando un número de aproximadamente mil personas que incluían adultos, ancianos, niños y mujeres. La comitiva indígena avanzaba con retratos de Perón y Evita. Enfrente, en el monte vecino, cien gendarmes los apuntaban con sus armas. Los pilagá habían caído en una trampa. El segundo comandante del Escuadrón 18 de Gendarmería Nacional, José Aliaga Pueyrredón, dio la orden y las ametralladoras consumaron la matanza. Cientos de pilagás cayeron bajo las ráfagas. Otros lograron escapar pero Gendarmería los persiguió implacablemente. Su consigna era que no quedase ningún testigo. La persecución y exterminio duró hasta el 30 de octubre, siendo asesinados en total unos 750 pilagás, wichís, qom y moqoitíes. Las órdenes para consumar este genocidio partieron del ministro de guerra José Humberto Sosa Molina y recibidas por el ministro del interior Ángel Borlenghi, quien movilizó a Gendarmería Nacional y dió las órdenes pertinentes de actuar en ese sentido. El gobierno de Juan D. Perón no sancionó a nadie por lo ocurrido. En 1948, José Aliaga Pueyrredón, quien iniciara la masacre de Rincón Bomba, fue designado comandante del Escuadrón 43 de Gendarmería Nacional, en Río Turbio, Santa Cruz).
En relación al tema de la "Masacre de Rincón Bomba" nos escribe Valeria Mapelman, directora del documental "Octubre Pilagá", que nos hace unas aclaraciones y rectificaciones sobre errores históricos que habíamos cometido. Los mismos han sido corregidos e invitamos a leer con atención sus interesantes palabras:
"Estimado Norberto, hay algunos puntos sobre sus afirmaciones sobre la masacre de La Bomba (Formosa 1947) que si me permite quisiera aclarar. Ya fue debidamente probado, públicamente y en la justicia, con los documentos Secretos y Reservados del 11 y 16 de octubre de 1947, que el segundo comandante del Escuadrón 18 de Gendarmería Nacional, José Aliaga Pueyrredón, no dio la orden para la matanza. Esa informacion fue extraida de la Revista Gendarmería Nacional de 1993, convirtiendo a Pueyrredón, ya fallecido en esos años, en un chivo expiatorio. Teofilo Cruz, historiador de Gendarmería Nacional intentó librar a los altos mandos de GN y a los ministros Humberto Sosa Molina y Angel Borlenghi de la justicia y de la verdad histórica. Tan es así, que en uno de estos documentos queda probado que un avión Junker despegó desde el aeródromo militar de El Palomar en Bs As, aterrizó en Resistencia donde el Comandante Villafañe, jefe de la zona Norte, le colocó una ametralladora para luego dirigirse a Formosa a perseguir y disparar contra las familias que huían. Carlos Smachetti co-piloto del avión fue procesado por crímenes de lesa humanidad como partícipe necesario en la masacre, pero lamentablemente murió antes de la condena. En este articulo se sugiere que "Todavia no esta claro si Gendarmería recibió órdenes, y en tal caso quien las dio, o si actuó por motus propio", puedo asegurarle que efectivamente hubo ordenes provenientes del Ministro de Guerra, y éstas fueron recibidas por el Ministro del Interior, de movilizar escuadrones de GN en todo Formosa, Fuerza Aérea en Bs As y Resistencia. Por su parte Ángel Borlenghi realizó movimientos a través de la Secretaria de Trabajo y Previsión que administraba las colonias estatales para indígenas de Bartolomé de las Casas y Francisco Muñiz donde fueron llevados cientos de prisioneros (existe documentacion sobre el cautiverio pilagá en las colonias). Por el contrario no hay ninguna prueba documental sobre el envío de medicinas y vagones con comida desde Bs As, los días previos a la masacre. No fueron hallados en los archivos oficiales, por lo tanto no hay rastros de este supuesto envío en el expediente de la causa. Los sobrevivientes pilagá mencionaron claramente a los almacenes locales de Las Lomitas como proveedores de comida que fue rociada con veneno, y estos datos fueron corroborados con la documentación contable de las colonias que tenían como proveedores a esos almacenes. La investigación sobre la masacre de La Bomba continua siendo tergiversada y silenciada por razones políticas, aun siendo junto a la de Napalpi uno de los genocidios mas crueles del siglo XX. Es deseable que en un caso de esta magnitud dejemos de hablar de "versiones" para hablar de testimonios de sobrevivientes y de hechos que ya han sido debidamente probados públicamente y en la justicia. Esto representa un gran desafío para hijos, nietos y para la Federación Pilagá que, carente de recursos económicos (y excluida de este Congreso), lleva adelante con mucha dificultad. En 2015 fue publicado el libro "Octubre Pilagá, memorias y archivos de la masacre de La Bomba". El documental realizado en 2006 está en este link de Youtube:

https://www.youtube.com/watch?v=_-RrW15G2kI 

Ojalá este artículo pueda corregirse, quedo a su disposición para cualquier consulta. Atte, Valeria Mapelman"

Muchos años antes, entre 1870 y 1917 el Ejército Argentino había emprendido la conquista de los territorios indígenas del Chaco, provocando la muerte de millares de indígenas y la desintegración social y cultural de numerosas etnias en las actuales provincias argentinas de Formosa y Chaco, hecho que constituyó un claro genocidio, de mayores proporciones a los acontecidos en el siglo XX.

Los paneles, mesas y talleres que se realizaron en el II Seminario de reflexión sobre el Genocidio Indígena en el Chaco Argentino, fueron los siguientes:
APERTURA
Mariana Giordano (IIGHI- CONICET/UNNE) y Juan Chico (Fundación NAPALPÍ) .
PANEL INAUGURAL
Genocidio Indígena”. Diana Lenton (CONICET-UBA- Red de Investigadorxs en Genocidio y Política Indígena) , Lecko Zamora (Pueblo Wichi) , Alexis Papazian (FFyL-UBA y Red de Investigadorxs en Genocidio y Política Indígena) , Víctor Ataliva (ISES-UNT/CONICET) , Juan Chico (Fundacion Napalpi) . Coordinó: Mariana Giordano (IIGHI-CONICET/UNNE).
MESA I
Políticas Lingüísticas. Orlando Sánchez (Pueblo Qom) , David García (Pueblo Qom Fundación NAPALPÍ – Instituto RODOLFO WALSH), Belén Carpio (IIGHI-CONICET/UNNE) y Raúl González (IIGHI-CONICET/UNNE) , Roberto García (Pueblo Qom). Coordinó: Mario Fernández (Fundación NAPALPÍ).
MESA II
Ambiente y Salud. Laurencio Rivero (Pueblo Qom), Alejandra Fantin (IIGHI CONICET/UNNE) y Blanca Ponce (IIGHI-CONICET/UNNE), Eduardo Spiaggi (UNR- Observatorio del Sur). Coordinó: Raúl González (IIGHI-CONICET/UNNE).
MESA III
Género y violencia. Mariela Tuliam (Pueblo Comechingón ), Alejandra Cebrelli (UNSA) , Elizabeth González (Pueblo Qom - Poder Judicial del Chaco), Luciana Mignoli (Red de Investigadorxs en Genocidio y Política Indígena en Argentina - Centro Cultural de la Cooperación - ARDA Colectiva Artivista Feminista). Coordinó: Analía Noriega (Fundación NAPALPÍ - UNNE).
MESA IV
Los medios y las construcciones hegemónicas sobre “lo indígena”. Andrea Bonnet (Fundación NAPALPÍ - el Frente de Trabajadoras de la Comunicación del Chaco), Darío Pajor (Fundación Napalpí - UNNE), Silvia Sánchez (Pueblo Qom Fundación NAPALPÍ). Coordinó: Alexis Papazian.
MESA V
Estrategias políticas y formas de empoderamiento. Juan Carlos Martínez (Pueblo Moqoit), Amansio López (Pueblo Qom, Poder Judicial Formosa), Valentín Suárez (Pueblo Qom) , Carolina Gandulfo (Instituto San José - UNNE) , Alexis Rojas (Pueblo Moqoit - ISFD de Villa Angela) , Ayalen Morales Michelini (UNNE). Coordinó: Elizabeth Guadalupe Mendoza (Poder Legislativo del Chaco).
MESA VI
Resistencia Indígena. Ada López (Pueblo Qom), Raquel Córdoba (Pueblo Moqoit), Sonia Notagay (Pueblo Qom). Coordinó: David García (Fundación Napalpí).
PANEL
Masacres en el Chaco Argentino. Marcelo Musante (UBA - Red de Investigadorxs en Genocidio y Política Indígena), Juan Chico (Fundación NAPALPÍ - Junta de Historia del Chaco), Diego Vigay (Fiscalía Federal Resistencia), Luciano Sánchez (ISPI Juan XXIII). Coordinó: Belén Carpio (IIGHI-CONICET/UNNE).
MESA VII
Nuevos roles del Estado provincial y nacional. Cecilia Quevedo (CONICET- UNC), Antonio Mocoví (Pueblo Moqoit), Laura Rosso (UNNE), Zenón González (Pueblo Wichi). Coordinó: Gabriela Morinigo (Fundación NAPALPÍ).
MESA VIII
Comunicación Indígena. Roberto García (Pueblo Qom), Sergio Rojas (Pueblo Qom) , Laura Méndez (Pueblo Coya-Omaguaca - Asamblea de Articulación de Pueblos del Kollasuyu - UNJU - CCAIA), Mariela Tuliam (Pueblo Comechingón). Coordinó: Erika Matzek (Fundación NAPALPÍ).
TALLER 1
La pedagogía del estar siendo”. Prof. Francisco Tete Romero (IES - FMG).
TALLER 2
Cuerpo y Restitución”. Colectivo Guías.
TALLER 3
Los indígenas en la escuela”. Red de investigadorxs en genocidio y política indígena.
CONFERENCIA
Mujer indígena, sujeta del arraigo. RITA SEGATO (Universidad de Brasilia) (Esta conferencia no pudo llevarse a cabo ante la imposibilidad de Rita Segato de viajar a Resistencia).
Mario Fernández, David García, Belén Carpio, Raúl González y Roberto García
Eduardo Spiaggi
Francisco Tete Romero













 
Elizabeth González
Alejandra Cebrelli














 
 
Alexis Papazian
Silvia Sánchez














Andrea Bonnet

Darío Pajor













Juan Carlos Martínez
Carolina Gandulfo













Alexis Rojas
Ayalen Morales Michelini













Fernando Miguel Pepe
Elizabeth Guadalupe Mendoza













Ada López
Viviana Notagay













Luciano Sánchez

Diego Vigay













Gabriela Morinigo
Cecilia Quevedo













Laura Rosso
Zenón González













Antonio Mocoví
Sergio Rojas













Laura Méndez
Juan Chico














Diana Lenton y Juan Chico
Alexis Papazian, Diana Lenton y Norberto Mollo

Los días 4, 5 y 6 de octubre de 2018 se llevó a cabo el "XI Seminario Internacional Políticas de la Memoria: Memorias subalternas, memorias rebeldes" organizadas por el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti (Espacio para la Memoria Promoción y Defensa de los Derechos Humanos - Ex ESMA), en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti
Articular históricamente lo pasado no significa conocerlo «tal como realmente ocurrió». Significa apoderarse de un recuerdo tal como fulgura en un instante de peligro (...) El peligro amenaza tanto la existencia de la tradición como a quienes la reciben. Para ambos, el peligro es uno y el mismo: convertirse en instrumento de la clase dominante (...) El don de encender en lo pasado la chispa de la esperanza sólo es inherente al historiador perfectamente convencido de que, si el enemigo triunfa, ni siquiera los muertos estarán seguros. Y este enemigo no ha cesado de triunfar.
Walter Benjamin, Sobre el concepto de historia.

Las memorias subalternas se expresan distantes, alternativas o contradictoras de los centros de poder, del Estado y de las clases dominantes. Han sido silenciadas y negadas por la historia oficial durante muchos años. Son memorias reprimidas y ocultadas que, a pesar de todo, no se han dejado domesticar y emergen a lo largo de la historia como memorias rebeldes, resistentes, convertidas en “arma de los débiles” en su búsqueda por dar sentido al pasado reinterpretándolo en función del futuro. Juegan un rol destacado en el marco de las protestas y conflictos del presente, como potencia para sostener y legitimar prácticas sociales transformadoras.
La historia de las luchas de las comunidades subalternas es parte constituyente de las identidades colectivas de un pueblo. Desmontar esta operación de ocultamiento se vuelve central para el desarrollo de una sociedad más justa en la que, respetando las diferencias, la utopía sea posible.

EJES TEMÁTICOS
1. Poder local, memorias y violencia
2. Memorias, luchas y procesos de organización obreras y sindicales
3. Resistencias de mujeres y luchas feministas
4. Memorias y militancias de las disidencias sexuales
5. Memorias de afrodescendientes y de africanxs
6. Narrativas y trayectorias de los pueblos originarios
7. Tensiones entre memorias subalternas y memoria oficial

Dentro del Eje 6 "Narrativas y trayectorias de los pueblos originarios" se realizaron las siguiente mesas:

Mesa 21. Procesos de territorialización, articulación socio-política y relaciones sociales en contextos de violencia estatal contra la población indígena Argentina (siglo XIX al XXI)
Coordinación: Alexis Papazian y Luciano D'Addario

Las ponencias presentadas fueron las siguientes:
Luciano D’Addario y Marcelo Musante. La emergencia de discursos racistas sobre los pueblos originarios en episodios de represión y masacres estatales. Un análisis comparativo a partir de cuatro casos: Napalpí (1924). La Bomba (1947). La Primavera (2010). Pu Lof en Resistencia de Cushamen y Lafken Winkul Mapu (2017).
Ayelén Fiori. Las taperas hacen que no podamos olvidar el desalojo: Memorias de expropiación territorial en Boquete Nahuelpan.
María Belén Leguizamón, Cynthia Ovejero y Melany Moreno FerulloLa conflictividad indígena en Tucumán durante la vigencia de la ley 26.160.
Fernando Limeres Novoa. Narrativas de la conquista y del despojo: Viaje a la Patagonia Austral de Francisco P. Moreno y Viaje al país de los araucanos de Estanislao Zeballos (trabajo leído por Martín Feldman).
Pedro Munaretto. Resignificando la relación violenta con lo estatal. Trayectorias de activismo en torno a las memorias de la Fundación Napalpí en la provincia del Chaco.
Mariano Nagy. Buenos Aires, tierra de oportunidades...Territorios indígenas, tierras e inversiones (1863-1892). Una aproximación.
Alexis Papazian. Pliegues genocidas. El genocidio indígena y el genocidio armenio en clave comparativa.
Sophia Pires Bastos. Amnistía colectiva: la necesidad de reparación del pueblo indígena Krenak.
Juan Pablo Puentes. Violencia desde la Administración de Parques Nacionales hacia las comunidades Curruhuinca y Cayún: contrapuntos entre la Escuela de Estudios Subalternos y la Escuela de Frankfurt.
Luciana Quispe. Dos muertes, una misma causa. Construcciones en el imaginario social sobre la represión al pueblo mapuche.
Ivonne Reynoso. Relictos y esperanzas en territorios indígenas chaquenses de la actualidad. Análisis y acciones.
Sofía Soria. La cuestión indígena bajo el macrismo: nuevos lenguajes políticos y rearticulación de prácticas racializadoras.

Mesa 22. Memorias del despojo
Coordinación: María Mercedes González Coll y Claudia Iribarren

Las ponencias presentadas fueron las siguientes:
Natalia Boffa. La historia reciente del despojo territorial en la región chaqueña occidental (actual Salta): memorias wichí.
Adriana Eberle y Claudia Iribarren. Orígenes de un conflicto: tensiones entre la política estatal nacional y las aspiraciones de las comunidades originarias.
María Mercedes González Coll. Pueblos Originarios: relato, memoria, tierras y despojo.
Silvia Hirsch. Memorias de la tierra, el despojo y procesos de reterritorialización de los pueblos tapiete y guaraní del norte argentino.
Claudia María Iribarren. Políticas públicas en torno a los pueblos originarios: Agenda del Senado de la Nación a principios del siglo XXI.
Pilmayquèn Villanueva. Entre cruces y ChoiquePurrunes: las relaciones entre el Estado, la comunidad civil y las comunidades mapuches del norte neuquino a partir del estudio de las cartas del P. Francisco Calendino 1983-1995.

Algunos de los ponentes de la Mesa 21:
Alexis Papazian
Luciano D'Addario














Pedro Munaretto

Martín Feldman












Luciana Quispe

Mariano Nagy















Sofía Soria


Los días 24, 25 y 26 de octubre de 2018 se realizaron en Viedma (Río Negro) las VIII Jornadas de Historia de la Patagonia, organizadas por el Centro Universitario Regional Zona Atlántica (CURZA) de la Universidad Nacional del Comahue (UNCO), el Centro de Estudios y Análisis Político (CEAP) y el CONICET.
Centro Universitario Regional Zona Atlántica (CURZA)
Asistentes a las VIII Jornadas de Historia de la Patagonia
Las ediciones anteriores de las Jornadas de Historia de la Patagonia se celebraron en: I (2002) Viedma, II (2006) General Roca, III (2008) San Carlos de Bariloche, IV (2010) Santa Rosa, V (2013) Comodoro Rivadavia, VI (2014) Cipolletti y VII (2016) Santa Rosa.
El carácter abierto de las Jornadas habilita así a la participación de docentes, investigadores, graduados y estudiantes interesados en la historia de la Patagonia y admite múltiples posibilidades de trabajo compartido con otras regiones de la Argentina y de América Latina. Las jornadas permiten la presentación de ponencias, comunicaciones, presentación de libros y posters en todos sus períodos, con una cronología amplia y temáticas abordadas de forma interdisciplinaria y desde cualquiera de sus perspectivas (económica, política, social, intelectual, cultural, deconstruyendo los límites espaciales impuestos a priori o resignificando los marcos naturales, administrativos o jurídicos-políticos actuales.
Dentro del ámbito de estas jornadas dos mesas de trabajo se refirieron a la llamada "Conquista del Desierto" y al genocidio indígena.

Mesa Nº 8
¿La Conquista del desierto como genocidio? Alcances, problemas y efectos de las campañas de ocupación militar de la Nor-Patagonia.
COORDINADORES:
Dra. Pilar Pérez (UNR-CONICET) pperez@unrn.edu.ar
Dr. Mariano Nagy (UBA-CONICET) nagy.mariano@gmail.com
COMENTARISTAS: Dr. Alexis Papazian
Dr. Walter Delrio
LUGAR: Aula 21 (CURZA-Universidad Nacional del Comahue)
EXPOSITORES:
1) Aguirre, Carla Sabrina (IPEHCS-UNCo-CONICET) “Transformaciones socioterritoriales y conflictos en la provincia de Neuquén. Reflexiones en torno a los procesos políticos de una comunidad mapuche frente al extractivismo.”
2) Cañuqueo, Lorena (UNRN), Pichunleo, Patricia (CMB), Malvestiti, Marisa (UNRN) y Yende Ferreyra, Paula (MERN) “Mapuzungun: reivindicación de la preexistencia como política reparatoria.”
3) Delrio, Walter (IPEHCS-UNCo-CONICET) “Perpetradores y víctimas. Formas invisibles del negacionismo historiográfico sobre las Campañas al desierto.”
4) Guiñazú, Samanta (CONICET-UNRN), Iñigo Carrera, Valeria (CONICET-UNRN) y Kropff, Laura (CONICET-UNRN) “La influencia del genocidio indígena en la conformación de barrios populares de Bariloche: una primera aproximación.”
5) Manquel, Laura Beatriz (IIDyPCA-CONICET) y Pérez, Pilar (IIDyPCA-CONICET) “Los efectos sociales de la Pos-Conquista: el caso de Valcheta.”
6) Moreno Durán, Matías (UNRN) “Trabajo indígena, colonización ovina y misiones salesianas en Tierra del Fuego entre 1884 y 1911.”
7) Nagy, Mariano (FFyL-UBA-CONICET). “Genocidio ¿concepto esquivo o esquivar un concepto? Historia, imaginarios y aplicabilidad de una categoría.”
8) Dall’Armellina, Mariela (UNCo) y Palma, Cecilia (UNCo). “La margen sur se violenta poblando. 1860-1900. Despojos, Desalojos y Confinamientos.”
9) Papazian, Alexis (ICA-RIIGPI-FLH) “Algunos sí, otros no sé. Lecturas dispares de hechos comparables. El genocidio indígena y el genocidio armenio en perspectiva comparativa.”
10) Pérez Clavero, Luciana (UBA). “Estrategias territoriales de las poblaciones indígenas de la Norpatagonia en la construcción del Estado nacional argentino (1860-1879).”
11) Perucci, Cristián (UFRO) y Flores, Jaime (UFRO) “La “Ocupación del territorio indígena” de Manuel Olascoaga: un plan de colonización chileno-argentino (1870).”
12) Sáez, Marisa Elizabeth (UNCo) “Azkintuwe, Rio negro y La mañana de Neuquén y su abordaje sobre conflictos de tierras con el pueblo mapuche 2001-2010.”
13) Varisco, Sofía (FONCYT/ PROARHEP/DCS-UNLU/FfyL-UBA) “Procesos, transformaciones y resignificaciones de las comunidades mapuches: desde la formación de los estados nacionales a la actualidad.”

PRESENTACION DE LIBRO:
del Río, Walter; Escolar, Diego; Lenton, Diana y Malvestitti, Marisa (Dir.) (2018) En el país de Nomeacuerdo. Archivos y memorias del genocidio del estado argentino sobre los pueblos originarios.1870- 1950. Viedma, Editorial UNRN.
PRESENTADORES: Diana Lenton y Walter del Río.
Walter Delrío, Alexis Papazian y Mariano Nagy

«En el país de nomeacuerdo. Archivos y memorias del genocidio del Estado argentino sobre los pueblos originarios, 1870-1950» es un libro publicado por la editorial de la Universidad Nacional de Río Negro en abril de 2018. Se trata de una compilación de siete trabajos de investigadores de distintas universidades nacionales acerca de las formas en que los pueblos originarios fueron perseguidos, sometidos y distribuidos por el territorio a partir de acciones decididas por el Estado argentino, pero que contaron con la participación de sectores de la sociedad civil y la Iglesia.
En efecto, son los documentos, archivos y memorias que evidencian aquella participación –a veces para solicitar la intervención del Estado, otras para aprovechar sus consecuencias, siempre para colaborar con ellas–, el denominador común de estos trabajos.
  Así, por ejemplo, el libro nos permite conocer cómo, a pedido de los vecinos no indígenas de la zona, se produjo la violenta intervención de la policía contra los habitantes originarios en la Línea Sur rionegrina durante los años 30. Violencia que, en este capítulo del libro, se recupera tanto desde la memoria de las víctimas como desde el registro producido por el comisario a cargo de esa campaña, Julián S. Álvarez (su nombre fue impuesto a la Escuela de Cadetes de Viedma) en un libro de su autoría.
  Otros trabajos reconstruyen la manera en que indígenas de distintas regiones del país, hechos prisioneros y desplazados de sus lugares de origen, fueron distribuidos para trabajar en los ingenios azucareros de Tucumán o en las casas, estancias, fincas y obrajes de las familias más pudientes de Mendoza. En este último caso, además, tratándose en su mayoría de niños y niñas que tuvieron su bautismo y registro “civil” en las parroquias de esa provincia, de cuyas actas surge una extensa red de apropiadores.
  También son elocuentes los archivos de la prisión y concentración de indígenas en la isla Martín García. Abundan los documentos que registran ingresos, egresos, envíos para distribución, condición médica  e, inclusive, fallecimientos de indígenas por diversas causas relacionadas con la persecución, los traslados y el confinamiento.   
  Otro capítulo recupera las narrativas de hijos, nietos y bisnietos de las víctimas de la Conquista del Desierto a partir de entrevistas realizadas en el territorio patagónico (hoy provincias de Río Negro y Chubut) que dan cuenta del awkan (invasión), es decir, el reverso de lo que el discurso oficial denominó Conquista del Desierto. La dureza de los testimonios solo se equipara con la tristeza que genera el recuerdo: «Finada mamá sabía decir… sabía llorar, más lloraba de lo que me hablaba», «lo que jode es que uno, años que ya no habla, ¿no? (…) Yo me acuerdo cuando conversaba con mi padre, lloraba mi padre», dicen los entrevistados, antes de poder comenzar a narrar aquella barbarie.  
  En todo caso, el libro impacta por el riguroso trabajo de investigación sobre documentos y archivos que, junto a la recuperación de la memoria social, dan cuenta de las diversas formas del sometimiento de los pueblos originarios. Registros estatales y eclesiásticos, numerosos recortes de periódicos regionales y del ámbito nacional, cartas entre funcionarios y vecinos, órdenes militares y publicaciones, entre otros, más la memoria de las víctimas y sus descendientes, le permitirán al lector ir más allá de las narrativas nacionalistas para descubrir mucho de lo que estas ocultan y silencian.
  Los compiladores del libro son Walter Delrio (UNRN), Diana Lenton (UBA), Diego Escolar (UNCuyo) y Marisa Malvestitti (UNRN). Además, escriben Lorena Cañuqueo (UNRN), Mariana Gómez (UBA), Marcelo Musante (UBA), Mariano Nagy (UBA), Alexis Papazian (UBA), Pilar Pérez (UNRN), Leticia Saldi (UNCuyo) y Jorge Sosa (UBA).
El contenido del libro es el siguiente:
Introducción. Walter Delrio, Diego Escolar, Diana Lenton, Marisa Malvestitti y Pilar Pérez.
Memorias del awkan. Walter Delrio y Marisa Malvestitti.
De todos lados, en un solo lugar. Alexis Papazian y Mariano Nagy.
Castas invisibles de la nueva nación. Diego Escolar y Leticia Saldi.
De la mapu a los ingenios. Diana Lenton y Jorge Sosa.
El secreto del Estado, el estado de los secretos. Pilar Pérez y Lorena Cañuqueo.
Reducir y controlar. Marcelo Musante.
Poder pastoral anglicano y tobas (qom) del oeste de Formosa. Mariana Gómez.

Investigadores sobre genocidio y política indígena. Omisiones históricas, complicidad civil y odio. Video referido a este libro:
https://www.youtube.com/watch?v=QesQznYVoAE
El libro se puede adquirir en la Editorial de la Universidad Nacional de Río Negro y en las principales librerías del país.
También se puede leer online en Calameo:
https://es.calameo.com/read/001222612e8b58fbbe9d7


Mesa Nº 26
De gesta patriótica y civilizatoria a genocidio: relatos, memorias y concepciones cambiantes sobre la Conquista del Desierto
COORDINADORES:
Javier Serrano (CIEDIS-UNRN) jserrano@unrn.edu.ar
Rodrigo Guzmán Conejeros (CELI-CURZA-UNCo) rguzman@infovia.com.ar
LUGAR: Aula 11 (CURZA-Universidad Nacional del Comahue)

EXPOSITORES:
1) Risso, Julio L. (CONICET-UNTDF) "Patagonia e imagiNación. Composiciones espacio-temporales de identidad en tiempos de la «Conquista del Desierto".
2) Guzmán Conejeros, Rodrigo (CELI-CURZA-UNCo) "La comisión científica oficial de la 'Conquista del Desierto': ciencia, política y performatividad."
3) Eliges, Adolfo Carlos (FCNyM-UNLP). "La 'conquista' de Choele Choel y el proyecto presidencial de Roca".
4) Valeria D'Ángelo (UNRN) “Memoria, patrimonio e identidad. Construcciones identitarias y participación política en torno a la cosmovisión mapuche.”
5) Cecchi, Paula (UNRN- CONICET) "Uno se cae y diez nos levantamos. Las emociones en la recuperación de la identidad mapuche entre jóvenes de Viedma. Acerca del asesinato del joven mapuche Atahualpa Nartínez Vinaya en el año 2008".
6) Serrano, Javier; Otero, María Soledad; Andrade, Rocío y Perri Sáez, Gastón (CIEDIS-UNRN) "Pueblos indígenas y genocidio cultural: las políticas educativas en Argentina y Canadá".
7) Serrano, Javier (CIEDIS-UNRN). "De gesta a genocidio: la disputa por las concepciones sobre la Conquista del Desierto".

Algunos de los ponentes de las mesas 8 y 26:
Pilar Pérez
Carla Sabrina Aguirre














Mariano Nagy
Paula Yende Ferreyra 


Laura Kropff
Valeria Iñigo Carrera



Laura Manquel
Walter Delrío







Cecilia Palma
Mariela Dall'Armellina 










Luciana Pérez Clavero
Alexis Papazian










Marisa Sáez
Sofía Varisco








Rodrigo Guzmán Conejeros
Valeria D'Angelo









Paula Cecchi
Javier Serrano



Presencia mapuche en la Universidad Nacional del Comahue
Una lonko se dirige a los presentes en un parlamento
Para concluir señalaremos que son muchos los investigadores argentinos, que desde distintas áreas y perspectivas, han abordado la cuestión del "genocidio indígena" en nuestro país. Hay muchos trabajos al respecto y seguramente omitiremos unos cuantos. Solo señalaremos dos: uno de Florencia Roulet y María Teresa Garrido titulado "El genocidio en la historia: ¿Un anacronismo" publicado en la Revista Corpus Vol. 1 Nº 2 (2011):
http://ppct.caicyt.gov.ar/index.php/corpus/article/view/744/653
Y el trabajo más reciente: "Dossier sobre Genocidio y pueblos originarios" en Revista Estudios sobre Genocidio (Año 9, Vol. 13 (Nov. 2018)) de la Universidad Nacional Tres de Febrero (UNTREF), coordinado por Luciana Mignoli y Marcelo Musante. En este número tras la introducción de su director Daniel Feierstein, escriben Alexis Papazian, Luciana Mignoli, Marcelo Musante, Diana Lenton, Mariano Nagy, Alcida Rita Ramos y Gérard Bensussan.
http://www.revistasuntref.com.ar/index.php/reg/issue/view/21/Revista%20de%20Estudios%20sobre%20Genocidio%20Vol.%2013
En nuestro país hay una institución que se dedica exclusivamente a la investigación del genocidio indígena en Argentina, se trata de la "Red de Investigadorxs en Genocidio y Política Indígena" que se puede hallar en las redes de Facebook y Messenger.

SALSIPUEDES: LA MASACRE DE LOS INDÍGENAS CHARRÚAS CON LA QUE NACIÓ URUGUAY

Por Martín Delgado Cultelli
La masacre de Salsipuedes fue un genocidio brutal cometido por el estado contra la nación Charrúa, que ha sido constituyente de las relaciones sociales, políticas y económicas del Uruguay. Un recorrido por una de las zonas más oscuras y sangrientas de la historia de estos territorios.
Gestación de un estado, gestación de una masacre
Tras la convención preliminar de paz de 1828 entre el gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata (actual Argentina) y el Imperio del Brasil, y con la intermediación de los embajadores de Gran Bretaña, se creó el Estado Oriental. El nuevo país nació de los intereses de los británicos por consolidar la paz, el orden y la libre circulación de bienes y servicios en la región del Plata, tras la cruenta guerra entre las Provincias Unidas del Río de la Plata (y sus facciones orientales encabezadas por Juan Antonio Lavalleja) y el Imperio del Brasil que se disputaban la Banda Oriental. El nuevo estado surgió entonces prácticamente como un protectorado británico para garantizar el equilibrio geopolítico de Sudamérica.
Sin embargo, quienes habían pelado por la emancipación de la Banda Oriental del Brasil no tuvieron ni voz ni voto. En especial los indígenas charrúas habían jugado, con su caballería de lanzas, un rol sumamente importante en batallas como las de Sarandí, Ituzaingó y en la conquista de las Misiones. A lo que hay que agregar su participación activa en la gesta encabezada por José Artigas contra españoles, portugueses y porteños entre 1811 y 1820.
Si bien los charrúas fueron actores fundamentales en las guerras de independencia, eran también  “poseedores desde una edad remota de la más bella porción del territorio de la República”, como diría Fructuoso Rivera más adelante [1]. Y no solo controlaban amplios territorios al norte del Río Negro, sino que frenaban cualquier impulso colonizador. Asimismo, los charrúas no permitían el surgimiento y consolidación de la propiedad privada rural. En consecuencia, las estancias eran fortificaciones militares, ya que los caciques y sus guerreros las atacaban constantemente, ataques de defensa territorial inmortalizados en la literatura rioplatense del siglo XIX como “malones”. Por otra parte, y a diferencia de los guaraníes, los charrúas eran de difícil evangelización, con lo cual la utopía cristiana de los “indios amigos”, sedentarios y agricultores, no era posible.
En el surgimiento de la nueva república se combinaron los intereses de la oligarquía terrateniente y del imperialismo británico. Las gremiales de hacendados venían realizando lobby político desde 1760 para que se arrebatara cada vez más territorio a los “indios infieles” (charrúas y guenoas principalmente), así como para desestructurar el sistema de los Pueblos de Indios, misiones religiosas de indígenas chaná y guaraníes que poseían territorios comunitarios. Precisamente, donde más éxito habían tenido las gremiales de hacendados fue en desestructurar el sistema misionero de los jesuitas y apropiarse de sus tierras. Ahora iban por las tierras que todavía tenían los charrúas. Por otro lado, el imperio británico seguía interesado en la libre circulación de bienes y servicios en la región. Les preocupaba en especial que los cueros de las estancias del interior pudieran llegar sanos y salvos al puerto de Montevideo, para allí ser exportados a Liverpool y Londres. Pero con los malones constantes de los charrúas a las estancias, los cueros no siempre llegaban al puerto. Por lo tanto Gran Bretaña también exigía una solución al “problema del indio”.
Otro factor no menor fue la utopía civilizatoria de las élites rioplatenses, impulsada por Francia y Gran Bretaña, de construir sociedades a imagen y semejanza de las principales potencias europeas, lo que implicaba deshacerse de su herencia hispana, pero sobre todo de su herencia indígena y africana. Con la idea de blanquear la sociedad, se incentivó la llegada de inmigrantes europeos a los que se les dio mayores privilegios que a los criollos, indígenas y afrodescendientes. Con el blanqueamiento surgiría la disciplina laboral para la gestación del capitalismo industrial, debido a que las poblaciones europeas estaban más acostumbradas al sistema fabril que las latinoamericanas.
Una “patria” con las manos ensangrentadas
Los otrora “brazo de hierro de la patria vieja”[2] se habían vuelto los principales enemigos de esta nueva “patria”. El 16 de enero de 1830 el parlamento encomienda al general Fructuoso Rivera que investigue “cuál es la situación de los salvajes llamados charrúas, cuál el punto que ocupan actualmente, cuáles los terrenos que se han apropiado después de la paz, y si, como se asegura, es cierto que en sus tolderías se hallan un número considerable de vagos y desertores, tanto de este como de los estados vecinos”[3]. Se desarrolla entonces toda una estrategiade inteligencia y captación. Los encargados de llevarla a cabo serían el coronel Bernabé Rivera (sobrino de Fructuoso) y el general Julian Laguna, quienes se contactan con los principales caciques para ofrecerles la posibilidad de un tratado entre la nación Charrúa y el Estado Oriental. Cabe señalar que si bien los charrúas siempre fueron muy confrontativos, también contaban con la tradición de los tratados, tradición esta que no solo se remontaba a la época de las guerras de independencia sino a la de las autoridades coloniales de España y Portugal.
Mientras se realizaba el trabajo de inteligencia militar hacía la nación Charrúa, se juró la primera constitución, oficializándose la República Oriental del Uruguay, y se eligió al general Fructuoso Rivera como su primer presidente. Las prioridades del gobierno eran dos: “pacificar” la campaña, en especial solucionar el “problema del indio” y atraer inmigración europea. Para justificar estas prioridades se desarrollaron aparatos subjetivos. De este modo, la prensa hablaba constantemente de los malones y del robo de mujeres blancas por parte de los charrúas (como si los criollos y colonos europeos no robaran mujeres indígenas), insistiendo constantemente en la necesidad de utilizar mano dura contra los “indios”. Al mismo tiempo, se alababan las virtudes de la cultura europea y la importancia de los agricultores europeos para el desarrollo de la campaña.
El cebo para reunir a los caciques y sus familias fue hablarles de “una próxima invasión al Brasil por el general Rivera, con el objeto de atraer al Estado Oriental, los ganados de toda clase, que habían llevado los brasileros en épocas anteriores, cuyos ganados serian destinados a poblar los campos fiscales entre los Arapey grande y chico, y que gran parte de esas haciendas les serian adjudicadas a los Charrúas”[4]. Qué más podían querer los caciques que el reconocimiento definitivo de los territorios ancestrales por parte de la nueva República. La reunión fue convocada para el 11 de abril de 1831, fecha que quedaría marcada en la memoria de toda la nación Charrúa.
Ese día un ejercito de 1200 soldados atacó de sorpresa a las familias charrúas que se habían reunido desarmadas y en son de paz. La acción se llevó a cabo en el famoso Paso del Tihatucurá del Salsipuedes (en la actual frontera entre Paysandú y Tacuarembó), un lugar luctuoso de nuestro territorio y de nuestra historia. Hasta el día de hoy no se sabe con certeza cuántos fueron masacrados, pero se estima que como mínimo se asesinó a doscientas personas. Unos cincuenta guerreros pudieron romper el cerco militar y escapar, y más de trescientas mujeres y niños quedaron prisioneros del ejército nacional. Los días que siguieron a la matanza fueron de violación a las mujeres y degollamiento de los varones, hasta que se dio comienzo a una marcha de más de 300 km hasta Montevideo donde serían vendidos como esclavos. Las principales ciudades donde se vendieron mujeres charrúas fueron Paysandú, Durazno y Montevideo. Los militares responsables de la operación (el mismísimo Fructuoso Rivera, Garzón, Laguna, el argentino Lavalle y Bernabé Rivera) se quedaron con niños charrúas que ellos mismos eligieron. La bacanal de regocijo por haber logrado lo que “ocho virreyes no pudieron”, como diría por carta Fructuoso Rivera al ministro Ellauri, se coronó con el envío por parte del gobierno de cuatro charrúas a Francia para ser exhibidos en los zoológicos humanos, reafirmando el lugar de poder de la civilización occidental.
Salsipuedes no fue el fin de las masacres hacía los pueblos originarios en el Uruguay. Posteriormente hubo una guerra de guerrillas entre el ejercito nacional y pequeños grupos de charrúas que resistieron hasta 1834. Por otra parte, en 1832, el levantamiento de los guaraníes de Bella Unión terminó en una masacre y brutal escarmiento. Fue así que algunos caciques y lo que quedaba de sus familias optaron por embanderarse en las facciones políticas de las guerras civiles entre blancos y colorados, con la esperanza de obtener algunas tierras y algo de respeto. Esa es la historia de los charrúas que pelearon con Oribe y con Aparicio Saravia, del cacique Amarillo, de Anacleto Medina (quien se vengó de la aristocracia con los “dotores” de la masacre de Quinteros) y de Gervasio y Pablo Galarza. Sin embargo, muy pocos obtuvieron la tierra. Las guerras civiles sirvieron más para desangrar al pueblo que para obtener algo de respeto. Otros pocos eligieron seguir luchando de forma independiente, solos contra el mundo. Uno de ellos fue el cacique Sepé, asesinado en 1864. También la cacica guaraní Luisa Tiraparé y su gente, asesinados en la destrucción de San Borja del Yí en 1862. Pero la mayoría fueron mujeres que sufrieron el abuso sexual, el látigo y el trabajo de sol a sol en las estancias. Algunas prefirieron juntarse con un “gringo” para que sus hijos fuesen más blancos y pudiesen “zafar”. Otras, olvidar y morir. Muchas conservaron la memoria del pueblo en pequeños rincones. La identidad charrúa se mantuvo de la puerta de la casa para dentro. El lugar publico era de la uruguayés. Esa uruguayés occidentalista que supo y sabe ser asesina y discriminadora.
Los legados de Salsipuedes
Según el investigador argentino Daniel Feierstein, los genocidios se pueden dividir en cuatro tipos: constituyente, colonial, poscolonial y reorganizador. Los genocidios constituyentes son aquellos “cuyo objetivo, en termino de relaciones sociales, es la conformación de un Estado-Nación, lo cual requiere del aniquilamiento de todas aquellas fracciones excluidas del pacto social, tanto poblaciones originarias como núcleos políticos opositores al nuevo pacto estatal”[5]. Si concebimos a Salsipuedes y las posteriores matanzas cometidas por el estado contra los charrúas y demás grupos indígenas como un genocidio constituyente, podemos entonces entender la fuerte negación de los pueblos originarios en el Uruguay. Es posible comprender que, pese a que los charrúas participaron en las luchas de independencia, el pacto social gestador del estado es el acuerdo entre Argentina, Brasil y Gran Bretaña y que en ese pacto no participaron ni fueron concebidos los pueblos originarios. Esto es reafirmado por la Constitución de la República que no hace ninguna mención a los pueblos originarios.
Todo el sistema político, social y económico construido a partir de 1830 niega a los pueblos originarios, siendo esta una construcción tan fuerte que ha penetrado en amplios sectores del campo popular y de la izquierda. Prácticamente ningún grupo social o político, tanto de los sectores más institucionales como de los menos, plantea un reconocimiento y reparación a los indígenas actuales, en la línea de los derechos internacionalmente consagrados para estos pueblos. El occidentalismo uruguayo sigue siendo absolutamente hegemónico. La negación del indígena constituye al Uruguay y a la uruguayés.
Pero a pesar del genocidio y de esta negación, a partir de salida de la última dictadura militar los colectivos de charrúas se han vuelto a organizar. Desde 1990, cada 11 de abril se hacen actividades públicas en recuerdo de nuestros antepasados asesinados y para reafirmar la vida de la nación Charrúa en un mundo que nos niega. Asimismo, desde 1997, distintos colectivos van al lugar de la masacre a reconectarse con los ancestros. Porque a pesar de los genocidios eternos y los olvidos intencionados, la nación Charrúa está viva y está de pie.


[1] Parte de guerra de Salsipuedes. En Acosta y Lara, E. 2010. La Guerra de los Charrúas. Ediciones Cruz del Sur. Montevideo

[2] Así era denominada la escolta personal de lanceros charrúas de Artigas.

[3] Bracco, D. 2013. Con las Armas en la Mano: Charrúas, Guenoa-Minuanos y Guaraníes. Editorial Planeta. Montevideo.

[4] Testimonio de Antonio Díaz, soldados que participó en la matanza. También se encuentra en La Guerra de los Charrúas de Acosta y Lara.

[5] Daniel Feierstein, citado en Bayer, O et al. 2010. Historia de la Crueldad Argentina: Julio A. Roca y el Genocidio de los Pueblos Originarios. Ediciones El Tugurio. Buenos Aires.
Martín Delgado Cultelli

6 comentarios:

  1. Estimado Norberto, hay algunos puntos sobre sus afirmaciones sobre la masacre de La Bomba (Formosa 1947) que si me pñermite quisiera aclarar. Ya fue debidamente probado, públicamente y en la justicia, con los documentos Secretos y Reservados del 11 y 16 de octubre de 1947, que el segundo comandante del Escuadrón 18 de Gendarmería Nacional, José Aliaga Pueyrredón, no dio la orden para la matanza. Esa informacion fue extraida de la Revista Gendarmeria Nacional de 1993, convirtiendo a Pueyrredón, ya fallecido en esos años, en un chivo expiatorio. Teofilo Cruz, historiador de GN intentó librar a los altos mandos de GN y a los ministros Humberto Sosa Molina y Angel Borlenghi de la justicia y de la verdad historica. Tan es asi, que en uno de estos documentos queda probado que un avion Junker despegó desde el aeródromo militar de El Palomar en Bs As, aterrizo en Resistencia donde el Comandante Villafañe, jefe de la zona Norte, le coloco una ametralladora para luego dirigirse a Formosa a perseguir y disparar contra las familias que huían . Carlos Smachetti co-piloto del avion fue procesado por crímenes de lesa humanidad como participe necesario en la masacre, pero lamentablemente murio antes de la condena. En este articulo se sugiere que "Todavia no esta claro si Gendarmería recibió órdenes, y en tal caso quien las dio, o si actuó por motus propio", puedo asegurarle que efectivamente hubo ordenes provenientes del Ministro de Guerra, y éstas fueron recibidas por el Ministro del Interior, de movilizar escuadrones de GN en todo Formosa, Fuerza Aerea en Bs As y Resistencia. Por su parte Angel Borlenghi realizo movimientos a través de la Secretaria de Trabajo y Previsión que administraba las colonias estatales para indígenas de Bartolomé de las Casas y Francisco Muñiz donde fueron llevados cientos de prisioneros (existe documentacion sobre el cautiverio pilaga en las colonias). Por el contrario no hay ninguna prueba documental sobre el envío de medicinas y vagones con comida desde Bs As los dias previos a la masacre. No fueron hallados en los archivos oficiales, por lo tanto no hay rastros de este supuesto envio en el expediente de la causa. Los sobrevivientes pilaga mencionaron claramente a los almacenes locales de Las Lomitas como proveedores de comida que fue rociada con veneno, y estos datos fueron corroborados con la documentación contable de las colonias que tenían como proveedores a esos almacenes. La investigación sobre la masacre de La Bomba continua siendo tergiversada y silenciada por razones políticas, aun siendo junto a la de Napalpi uno de los genocidios mas crueles del siglo XX. Es deseable que en un caso de esta magnitud dejemos de hablar de "versiones" para hablar de testimonios de sobrevivientes y de hechos que ya han sido debidamente probados publicamente y en la justicia. Esto representa un gran desafío para hijos, nietos y para la Federación Pilagá que, carente de recursos económicos (y excluida de este Congreso), lleva adelante con mucha dificultad. En 2015 fue publicado el libro Octubre Pilaga, memorias y archivos de la masacre de La Bomba, el documental realizado en 2006 esta en este link you tube (https://www.youtube.com/watch?v=_-RrW15G2kI). OJala este articulo pueda corregirse, quedo a su disposicion para cualquier consulta. Atte, Valeria Mapelman

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  2. Hola Valeria. Te agradezco mucho tus aclaraciones y rectificaciones. Se corregirán los errores cometidos y se transcribirá tu mensaje. La aspiración de este blog es estar lo más cerca posible de la verdad histórica y no nos animan fines partidarios, sino la reivindicación de los pueblos indígenas que habitan estas tierras sudamericanas. El documental es conmovedor y recomiendo a los lectores a verlo. Lamento que la comunidad pilagá no haya sido invitada al congreso de Resistencia. Sería deseable que todas las etnias de una región participen de estos encuentros, ya que ayudan especialmente en la coordinación de las reivindicaciones territoriales, culturales, lingüísticas, etc. Atte. Norberto Mollo

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  3. Muchas Gracias Norberto por tu pronta respuesta y tu comprensión. Aun no esta digitalizado el libro , pero estamos trabajando para poder pronto subirlo a la red de forma gratuita junto con las imagenes de los archivos scanneados en los proximos meses. Un saludo cordial. Valeria

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  4. ¿Por qué minimizás la responsabilidad de Perón en la masacre de Rincón Bomba? Por supuesto, Aliaga Pueyrredón, un simple subteniente, como portador del apellido "Pueyrredón" tenía que ser el responsable, lo mismo Patrón Costas, como exponentes de la "oligarquía vacuna" o azucarera en su caso. Pues no me hagas creer que un simple subteniente y un sujeto que estaba a cientos de kilómetros del lugar de los hechos, son los culpables de aquello cuando toda la responsabilidad, TODA ABSOLUTAMENTE, recae en Perón y sus ministros. Carlos Smachetti, a quien conocí, fue sólo una pieza; apenas un elemento de esta historia, un partícipe secundario sin ninguna responsabilidad pues sólo cumplía órdenes, órdenes emanadas de sus superiores, en este caso, la Fuerza Aérea Argentina. Apenas fue el co-piloto de un avión, por consiguiente, su responsabilidad fue mínima. El escribió un libro titulado "Vuelo sobre el malón", donde se disponía a contar todo pero por consejo de los miembros del Instituto de Estudios Históricos de San Fernando de Buena Vista, del cual formé parte (esto ocurrió en los años noventa), desistió pues le dijeron que podía tener problemas. Una lástima porque se llevó con él un testimonio invalorable. No pueden acusar a Smachetti de nada pues, como he dicho, solo era un soldado a cargo de los comandos del avión en calidad de co-piloto. En su libro, cuyas partes nos narró, contaba que por disposición de sus superiores (Fuerza Aérea Argentina, cuyo comandante en jefe era Perón), se le quitaron la (o las puertas) al Junker que tripulaba para montar en ellas ametralladoras pesadas con las que masacrar a los indios. Por supuesto que él no accionó ninguna de esas armas así que no entiendo de qué se lo acusaba. Pienso que es todo parte de la "industria del juicio y el campeonato de los derechos humanos", pero están apuntando al lado equivocado. Smachetti nos contó que durante la campaña electoral los justicialistas les habían hecho promesas a esa pobre gente, para obtener sus votos y una vez que Perón llegó al poder, al ver que nada sucedía fueron a reclamar (pacíficamente), generando el temor de propietarios y comerciantes regionales quienes asustados y molestos por la existencia de esos indios tan cerca de su territorio, escribieron a las autoridades locales y nacionales informándoles que "estaban por atacar". Fue así como el gobierno envió fuerzas, que con la ayuda de pobladores blancos, los borraron del mapa. Para Perón eran mucho más útiles esos blancos que los aborígenes y para esos blancos, mucho más cómodo aniquilar a lo que consideraban una especie "subhumana", inútil, sucia e inservible. Lo del Ricnón Bomba fue un acto de racismo en todo el sentido de la palabra, amparado por el señor Perón, nada extraño de alguien que trajo a nuestro país a los peores criminales de guerra de la historia para sumarlos a su proyecto de la Tercera Posición. Los argentinos somos tan deshonestos y cobardes, que jamás vamos a asumir nuestros errores en conjunto, como lo hacen estadounidenses y sudafricanos, mostrando al mundo lo que realmente fueron. Mucho más fácil es buscar dos chivos expiatorios (Aliaga Pueyrredón y Smachetti) y endilgarles toda la responsabilidad dejando al verdadero culpable y sus secuaces como ajenos a los hechos. En la Argentina siempre el culpable "es el otro", nunca "nosotros", en este caso dos "oligarcas criminales" que actuaron por cuenta propia, a espaldas del "bondadoso" Perón (Smachetti pertenecía a una tradicional familia de Tigre; dos de sus tíos, Martínez de Alegría de apellido, fueron intendentes de esa localidad). Así somos, cínicos, deshonestos, siempre queriendo mostrarnos como "el pibe bueno del barrio".

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    1. Hola Alberto. Creo que no minimizo la responsabilidad de Perón en este hecho. Si bien las fuentes consultadas tenían algunos datos erróneos, ellos fueron subsanados tras la nota de Valeria Mapelman. Obviamente que no es un tema que esté totalmente cerrado, y se pueden todavía aportar datos sobre este genocidio. Carlos Smachetti no fue mencionado por mi sino por la intervención de Valeria. En ese caso tendrías que dirigirte a ella. Es evidente que los ministros del interior Ángel Borlenghi y de guerra y marina Humberto Sosa Molina manejaron esta cuestión con el conocimiento y consentimiento de Perón. Tampoco le eximo de responsabilidad a Patrón Costas, quien fue que generó este conflicto por explotación y prácticamente esclavitud hacia el pueblo indígena Pilagá. Parece que esto último no te preocupa, ya que esta familia siguen siendo los terratenientes más extendidos en la región y que también tuvieron participación en otro genocidio ocurrido entre 1976 y 1982 contra los trabajadores del azúcar y los militantes políticos. Doble vara, como se dice habitualmente.

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    2. En fin, lo dicho, el responsable de la masacre pilagá: Patrón Costas. ¿Qué hizo Patrón Costas después de pagarle a esa gente y despacharla de regreso?, ¿llamó por teléfono a sus secuaces oligarcas y les dijo: "miren que van para allá, masacrenlos". Por favor, Patrón Costas estaba a casi mil kilómetros del lugar, ¿me podés explicar que tuvo que ver en esta? Y no me salgas con otros "genocidios" primero, porque estás usando mal el término, los trabajadores del azúcar y los militantes políticos no son una raza humana ni una religión y segundo porque estoy hablando de este hecho puntual. En todo caso el señor Patrón Costas obró como el benemérito e intocable Hipólito Yrigoyen que no dudó en intervenir las provincias, masacrar a los trabajadores del sur, a los de Vassena en la Semana Trágica y promover golpes de estado para derrocar gobiernos (1890, 1893 y 1905).
      ¿Quién está libre de pecado en la Argentina, vos, yo, Valeria Mapelman? La historia de siempre, los malos son los Patrones Costas, los Aliagas Pueyrredónes y los Smachettis, el resto unos santitos sufridos, tomando mate en casita mientras miramos resignados el partido por televisión? Asumamos las culpas como nación, como sociedad, además de ser unos fracasados fuimos el país más racista de América latina por lejos pero no, "yo no", "yo... argentino" (la frase que mejor nos describe), fueron los oligarcas, los terratenientes, los militares, los curas, los yankis, los ingleses, los sionistas. Es decir, fue el que triunfa, el que logra las meta y sale adelante. No hay nada que hacer, nuestra sociedad es resentida, odia el éxito ajeno y además es panqueque y cuando las papas queman se lava las manos. No doble vara, múltiple cara.

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